domingo, 6 de mayo de 2018

Premios literarios 1º y 2º de ESO, Curso 2017-18

Como colofón a la Semana del Libro en el IES Villa de Valdemoro, el viernes 27 de abril se entregaron los premios literarios de poesía y relato en 1º y 2º de ESO.
Para el certamen de poesía, los alumnos tuvieron que inspirarse en unos versos del poeta zamorano León Felipe, del que este año se cumple el 50 aniversario de su muerte. En el caso del concurso de relato, los alumnos debían incorporar en su texto un fragmento de Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, autora de la que se cumplen 200 años de su nacimiento.


Concurso de relato:

  • Primer premio: ENZO ESPIÑO CORRAL, alumno de 1ºCE, por el relato Me desperté.
Enzo, leyendo su relato ganador, junto a Cristina (izq.), su profesora de Lengua.


Me desperté con un intenso dolor de cabeza, ni siquiera podía sentir mi presencia dentro de la habitación inundada por la penumbra. Intenté abrir la puerta para buscar a mis padres y aunque lo conseguí, necesité mucho más esfuerzo que de costumbre. No encontré a nadie, pero no me importó, estarían trabajando como de costumbre. Estuve deambulando por la casa durante una hora; esperando a que el dichoso dolor de cabeza se disipara. Fui al baño y me miré en aquel espejo que tantos recuerdos me traía, ese espejo que había pasado generaciones reflejando rostros. Cuando me miré no vi nada extraño, aquel pelo castaño descuidado igual al de mi padre, los ojos verdes de mi madre y la expresión risueña que me acompañaba desde pequeño. Aunque no vi nada raro presentí que aquel día no iba bien. Salí al jardín para contemplar aquel barrio que me había visto crecer y de repente, recordé todo.

“Ayer estuve todo el día deambulando por la calle con él”. No recordaba su nombre, pero sabía que era mi mejor amigo; qué ironía… Recuerdo haber estado vigilando la ciudad con él desde los tejados, la paz que sentimos cuando subimos a la torre de la plaza y vimos todo por debajo nuestra sin ningún ruido irritante de la ciudad, y la adrenalina de la persecución policial unos minutos más tarde por las supuestas molestias que siempre provocamos. Y recordé esa noche, aquella noche.

Era una noche muy oscura para ser verano. Las nubes parecían presagiar una tormenta, y dije que más valía sentarnos, porque la lluvia, que se aproximaba…” No parece ser solo una simple lluvia”-me interrumpió mi amigo, y en respuesta a su frase, la naturaleza descargó una colosal tormenta con unos extraños relámpagos rojos se empezaron a acercar como si de imanes se tratara hasta que uno me alcanzó. Me impactó en el pecho y noté como una brutal y desconocida energía llenaba todas mis venas y arterias, noté un escalofrío de las uñas hasta el cerebro; y me desmayé.

No entendía nada, ¿Qué pasó con mi amigo que mi lado se encontraba? ¿Por eso me dolía la cabeza? ¿Qué eran aquellos relámpagos color escarlata? Nunca había visto nada igual, y lo más importante, ¿cómo sigo vivo? O, más bien, ¿estoy vivo? Esa ráfaga de dudas me inundó y me mareó. Unos minutos más tarde empecé a notar un colosal ardor en el pecho, rápidamente me quité la camisa y descubrí una marca parecida a un pentágono donde debió impactar aquel relámpago. Desde aquel entonces no volví a pisar aquella ciudad, escapé para buscar el significado de aquella marca y la solución a todas las incógnitas y problemas que ese maldito relámpago sangriento me ocasionó. Tenía miedo, pero era mi futuro lo que estaba en juego.




  • Accésit: MARTINA RUIZ GONZÁLEZ, alumna de 1º FE, por su relato Secretos:

SECRETOS 

Por Martina Ruiz González

Era una noche muy oscura para ser verano. Las nubes parecían presagiar una tormenta, y dije que más valía sentarnos, porque la lluvia, que se aproximaba traía más que campos de cultivo echados a perder. Estábamos todos juntos en la sala de estar, Sofía, Alberto y yo. Debíamos repartir las tareas. Sofía y Alberto irían al sótano a por mantas, leña y provisiones; Luis y yo cerraríamos a cal y canto la casa para que no entrara ni saliera absolutamente nada ni nadie. Mientras cerrábamos las ventanas y tapábamos los huecos en la madera, el silencio envolvía el ambiente y la tensión era palpable. Me resultaba incómodo, así que decidí romper el hielo. Pero en el momento en que abrí la boca, se oyó un estremecedor alarido proveniente del sótano, era Alberto. Bajamos raudos las escaleras, estuve a punto de tropezar. Sentía temor, preocupación, inquietud… pero una parte de mí sentía curiosidad. La casa en la que nos encontrábamos estaba abandonada, no vivía nadie aquí desde hacía cincuenta años. Nosotros estábamos de acampada, solo éramos unos jóvenes amigos a los que había atrapado una tormenta en una casa abandonada. Siempre nos contaron historias espeluznantes de este lugar, una pequeña pero poderosa parte de mí quería saber si eran ciertas.

Cuando llegamos, Sofía y Alberto estaban abrazados en un rincón mirando a la nada. Al darse cuenta de nuestra presencia, dijeron:

-Luis, beca, nosotros… ahí había… la pared se rompió… estamos aterrados-. Al terminar esas palabras señalaron una pared a nuestro lado. Fuimos a mirar y… en un hueco en la pared, rota a causa de la tormenta, había un ciervo muerto, desangrado. Entendía la causa del grito, pero lo que más me asustaba era que la sangre estaba fresca, demasiado fresca. No me dio tiempo a imaginar una teoría factible, porque en el piso de arriba se escucharon pasos chirriar en la madera. Una voz ronca, de hombre, susurró entre las grietas del suelo:

-Tenéis secretos, lo huelo, son oscuros -respiró por la boca haciendo un siniestro ruido-. Los secretos son malos, mataron a mi familia, debo ayudaros, haceros decir la verdad. Saldréis de aquí diciendo la verdad… o muertos.

Me quedé paralizada, no podía reaccionar, todos estaban pálidos. Sofía sollozaba, Alberto la abrazaba y Luis…. Luis tenía su misma mirada inexpresiva que ocultaba un cerebro trabajando a toda velocidad. Fue el primero en reaccionar:

-Creo… creo que estamos todos muy cansados, deberíamos volver a nuestras tareas. Esto… esto no es real.

-¿Pero qué estás diciendo? -bramó Sofía- no sé qué pensáis hacer, pero no me largo de aquí, ahí arriba hay un loco que va a matarnos.

Sin decir nada más, subió las escaleras y en el momento que abrió la puerta de salida, se oyó un grito y un cuchillo atravesó su espalda.

La puerta se volvió a cerrar y el hombre subió a la segunda planta. Nosotros salimos del sótano. Fui directa a Sofía, pero era tarde.

-No pasa nada, solo debemos decir la verdad -dije.

Todos dijeron algún secreto, pero ninguno la auténtica verdad. Pensando que había pasado todo, pusimos los sacos de dormir en el suelo y nos dispusimos a ello.

A la mañana siguiente todos amanecieron muertos, la tormenta había cesado, el viento era un suave brisa.

En la pared, escrito con un sospechoso líquido rojo, alguien había escrito: “Lo advertí, debían hablar con la verdad, pero no escucharon. Ahora, su único consuelo es que su secreto nunca será desvelado”.


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Concurso de poesía

  • Primer premio: ESTHER GUADALUPE CONCHA, de 1ºEE, por el poema Se cuenta.
Esther, junto a Vanessa, su profesora de Lengua.

¡Se cuenta! 
Las piedras, se cuentan. 
Las maravillas, se cuentan. 
Las estrellas, se cuentan. 

Todo aquello que gusta 
puede hacerse realidad 
y lo que no 
provocar una verdad. 

Una ficticia o histórica 
breve o larga 
bonita o fea 
¡Se cuenta! 

¡Se cuenta! 
Se cuentan los amigos. 
Se cuentan las buenas compañías. 
Se cuentan los profesores. 

Todo eso, se cuenta 
Se cuentan las verdades. 
Se cuentan las experiencias. 
Se cuentan los sentimientos. 

Todo eso que tú puedes contar, 
todo eso, lo vives, lo sientes. 
Todo ello, ¡Se cuenta!


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  • Accésit: MARTINA RUIZ GONZÁLEZ, alumna de 1ºFE, por Antes y después.
Martina, recibiendo el premio de manos de Diego, su profesor de Lengua.


Antes del amor, 
Hubo odio. 
Antes del arcoíris, 
hubo una tormenta. 
Antes de tu sonrisa, 
vi lágrimas caer por tus mejillas. 
Antes de que el rocío, 
resbalara por los pétalos de una Flor, 
cayeron gotas de agua del cielo. 

Después de la pena, 
viene la alegría. 
Después de un beso, 
sigo sintiendo tus labios. 
Después de un abrazo, 
siento tu esencia 
envolviéndome con sus brazos. 

El amor, el odio, 
la alegría, la pena, 
una sonrisa, algunas lágrimas… 

Una cosa no existe sin la otra, 
como el día no existe sin la noche; 

De la misma manera, 
si deseas contar estrellas, 
debes empezar contando piedras.

I Concurso de Poesía Miguel Hernández. curso 2017-18

En primer plano, fotos de los ganadores de los concursos de relato y poesía.

El pasado 25 de abril se anunciaron los nombres de los ganadores del I Concurso de Literario de Poesía Miguel Hernández, organizado por el Departamento de Lengua del IES Villa de Valdemoro con la colaboración del Concejalía de Educación del Ayuntamiento de la localidad.
El certamen estaba destinado a todos los alumnos de la población que cursaran 3º y 4º de ESO, Bachillerato y ciclos formativos.

Los agraciados fueron los siguientes:


  • PRIMER PREMIO: Irene Martínez Vialás, alumna de 2º de Bachillerato del IES Villa de Valdemoro, con su poema Apología a ti.

Una miembro del jurado, destacada poeta, ha resaltado sobre el poema premiado:

“Aunque íntimo y personal (tema amoroso), es, al mismo tiempo, un poema universal, llevando el concepto “miedo” a una poética que no cae en el error de mezclar verso libre con verso rimado, y consigue transmitirnos un plus de sensaciones, con las que todos nos podemos sentir perfectamente identificados. Así mismo, son de valorar muy positivamente las metáforas elegidas, el zigzagueo empleado a la hora de expresar dudas, contrasentidos, deseos… Un “caos poético”, al fin y al cabo, tan sutil como patente, que pasa casi inadvertido para el lector poco acostumbrado a la buena y auténtica poesía”.

  • ACCÉSITAna Gallego Almodóvar, alumna de 2º de Bachillerato del IES Villa de Valdemoro, con el poema La tierra gime.
  • PRIMER FINALISTA: Juan José Gutiérrez Castro, alumno de 2º de Bachillerato del IES Villa de Valdemoro, con el poema Mito del bailarín de Dark Cabaret.
  • SEGUNDO FINALISTA: Eva Fernández Ámez, alumna de 1º de Bachillerato del IES Ávalon, con el poema Ya no más.

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A continuación se reproducen los textos de los poemas ganadores:


APOLOGÍA A TI 


Irene MV 


Miedo a las mareas de tus ojos, a perderme de nuevo buscándote, 
Como una niña asustada. 
Miedo de abandonarnos, de recaer 
En la adicción más profunda, en los labios más eternos. 
Tengo miedo a no ser fuerte, a huir de nuevo 
Y ante la duda, volver a quedarme. 
Miedo de asomarme al vacío y verme reflejada en ti. 
Tengo miedo de promesas que no se cumplen. 
Miedo a heridas que no cicatrizan. 
De balas directas al alma, a matar cada sentido. 
Tengo miedo de jugar a quererte, de dejarme ser 
Y de que rompas, quiebres y destroces como si no te importara. 
Miedo a olvidar cada palabra rota, 
Cada poesía muerta en cada calle vacía que recuerdo. 
Tengo miedo de sentirme mía, muy mía, 
Sin saber cómo hacerlo. 
Miedo a caricias que queman en noches de infiernos, 
A tactos que imploran cielos y son el mismo diablo. 
Miedo a trenes que solo pasan una vez en la vida, 
A oportunidades efímeras que se escapan, 
A no respirar y perderme el paisaje. 
Tengo miedo a ahogarme en vasos de agua, en jarras de lluvia, 
En noches de tormentas. Poderosas, solitarias, 
Entre versos, en besos y en bocas, 
Agosto, enero 
Y tú y yo. 
Miedo.


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La tierra gime. 



Ana Gallego Almodóvar 



Muerto el brote, se hiere, 
retorciéndose entre deshechos, pisada, 
perdiendo sus raíces, olvidada, 
desesperada por curar su herida, la vida. 

Esparcida por el suelo, 
sangra y sangra desahuciada. 
Envuelta en cicatrices, inerme, 
yace agonizante, maltratada... 

Los árboles, testigos, lloran, 
la tierra en savia se ahoga; 
y el fruto, ponzoñoso, 
alimenta las fauces de la humanidad. 

De sus entrañas, la vida sale huyendo, 
sólo la muerte vuelve al seno.


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MITO DEL BAILARÍN DE DARK CABARET” 



Juan José Gutiérrez Castro 



¿Cuántas veces será el enemigo 
el irascible viento enfurecido 
hacia los libres cultivos de trigo 
trajeados en la boda del estío? 
Cuántas veces tomará la Fortuna 
a aquellos que danzan como contornos 
sin temer al alba de la locura? 
Suaves aromas que acechan jocosos. 
Y tú, que negaste a los ebrios trazos 
para bailar al son de los pájaros. 
Y tú, que mataste a la reina Dido 
para navegar al Lacio latido. 


Nació la niña infante 
de las ascuas agridulces, 
que torna en arpas flamígeras 
y en cítaras azules 
los más crueles arcabuces. 
¡Oh! ¡Cuán bello es su talante, 
rociada de astrales luces! 


No la dejes enclaustrada, 
¡por favor! Yo te lo pido. 
No la dejes amarrada 
entre las vértebras del río, 
pues yo la amo y ella a mí. 
Entre aquel arcobaleno
Danzando solos, Alhelí. 


II 

En el vodevil de los azahares 
cantan los inquietantes lirios tigre, 
mientras fuera festejan carnavales, 
la balada de aquel danzante triste 
que perdió a su amada al bailar 
en las profundas columnas del río. 
Y ahora trastabilla al danzar. 
¡Oh, Luna! Jinete del cielo frío, 
que la abandonas pálida en la cuna 
junto con esta repentina lluvia 
que devora la colorida dula. 
¡No soporto esta mísera injuria! 


Y desvanece afligido, 
aunque firme y orgulloso, 
de este nuevo mar de olivo; 
duende sereno y frondoso. 
Y tumbado él en los brazos 
de la cítara que late, 
suelta palabras cuando arde, 
mientras se abren largos lazos: 
Yo me alzo a ella y ella a mí 
entre aquel arcobaleno
danzando siempre, Alhelí.


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YA NO MÁS 

Eva Fernández Ámez



Ya no más. 

Ya no revuelvo puñales de arena escocidos en vinagre 
donde las lágrimas ácidas escurrieron por barrancos color carbón. 
Ya no puedo chillar palabras resentidas de dolor; 
ni abrir cicatrices delirantes envueltas en sudor 
llenas de sangre seca y de la indiferencia de un día triste de relámpagos. 
No más mentiras esqueléticas 
que se escondan tras la podrida máscara del desengaño. 
Terminé de repetir versos sordos a punto de ser gritados; 
de deshacer nubes llenas de alcohol y de pitidos extraños 
que reconcomen el vacío infinito de una escalera sin salida. 

Ya no más. 

Ahora solo revolveré puñales de arena para hacer castillos, 
donde las lágrimas dulces desborden los océanos. 
Puedo y quiero cantar una canción llena de colores, 
de heridas curadas con algodones de amor. 
Solo deseo verdades felices 
que se manifiesten tras una inocente mirada de niño. 
Ahora soy capaz de llenar hojas de poemas, 
de versos que se alegran por haber sido escritos. 
Tengo ganas de construir sueños, 
más sueños, 
cosidos minuto a minuto, 
segundo a segundo.

I Concurso de Relatos Pedro Antonio de Alarcón. Curso 2017-18


El pasado 25 de abril se anunciaron los nombres de los ganadores del I Concurso de Relatos Pedro Antonio de Alarcón, organizado por el Departamento de Lengua del IES Villa de Valdemoro con la colaboración del Concejalía de Educación del Ayuntamiento de la localidad.
El certamen estaba destinado a todos los alumnos de la población que cursaran 3º y 4º de ESO, Bachillerato y ciclos formativos.

Los agraciados fueron los siguientes:
  • PRIMER PREMIO:  Mario Miguel Hernández Soria, alumno de 1º de Bachillerato del IES Villa de Valdemoro, con su relato El segundero. Un miembro del jurado, novelista y cuentista ganador de numerosos premios literarios de narrativa, ha valorado la “gran originalidad del relato, a pesar de estar inspirado en una película, así como su pulcra redacción”.
  • ACCÉSIT: Yennifer María Reyes Rodríguez, alumna de 4º ESO del IES Villa de Valdemoro), con el relato Desasosiego. 


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A continuación se reproducen los textos de los relatos ganadores:

EL SEGUNDERO 

A pesar de la costumbre vital de Arturo Miracielos de hacer de su vida un resumen de comentarios ajenos (normalmente basados en símiles de reloj), este adquiría un momento lúcido al día. Su horario en aquella casa de dementes, donde muy probablemente iba a perder su vida, era el siguiente: despertábase eufórico, encorvado y con el antebrazo haciendo de metrónomo; no solo hacía el ruido del reloj, poco a poco se convertiría en uno. A medida que pasaba su día y se aproximaba el horario vespertino, Arturo hacía sus segundos, minutos y horas cada vez más largos (como es lógico, hubo quejas, ya que se le empezó a utilizar como el reloj principal del manicomio, y este no cumplía su función a cierta hora), hasta llegar a su despertar; a las nueve en punto. A partir de ese momento, Miracielos se convertía en una persona totalmente dotada de sentido, incluso hablaba con los loqueros que, lejos de querer mantenerle como una persona cuerda, lo que intentaban era volver a dársela (la cuerda, cómo no). Afortunadamente para los dementes más puntuales, el reloj volvería a ponerse en marcha en torno a la una.

Arturo, objeto de burla al principio, fue convirtiéndose en una figura que daba monotonía y seguridad al lugar. Los trastornos de los pacientes se hacían menores a su lado, y estos, junto con los médicos, añoraban su exactitud cuando el reloj convertía su lengua de segundero en una de queja, réplica y súplica.

Cada día que pasaba despertaba más tarde, y él, consciente de ello, aguardaba ya su final como persona de razón para siempre.

Pasado ya un tiempo y con poco más de media hora en su irónico reloj de vida, aquel que se dedicaba a limpiar la estancia se le acercó de buena gana en su momento lúcido, que más bien, por desesperación de Arturo, parecía el oscuro ocaso de sus días.

“¿Y a ti qué te pasó?”, preguntó el de la limpieza.

“Antes lo contaba a gritos, ahora solo pienso si merecía la pena su belleza.”

“Así que una mujer…”

“El marido entró como una fiera en la habitación; su esposa y yo teníamos fe en su lejanía, pero, ante la denuncia del portero, este subió como un demonio.”

“¿Qué pasó?”

“Me tuve que meter en su reloj de pared para poder escaquearme… Una vez allí, tuve que fingir sonoramente un segundero para que él pudiera conciliar el sueño y que no me lo hiciera conciliar a mí. Una noche marcó el resto.”

“¿Mereció la pena?”

“Tenías que haberla visto: emperifollada hasta el punto de que el pavo real es sobrio.”

(Inspirado en Tic… Tac…)


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DESASOSIEGO 

Nos hemos visto las caras decenas de veces. Y sólo cuando sostengo una inyección dirigida a tu yugular te inclinas a saludarme. Eres un desgraciado. Estos dos años pudriéndome por dentro para salvarte del testamento de tu jefe, revolcándome por el piso como una don nadie, y todo esto para que me humilles. ¿Crees que no sé lo que pasa? Tampoco soy tan tonta como para no darme cuenta. Debí haberlo sabido antes. ¿Cómo enamorarme de un hipócrita como tú? (Entre lágrimas, la actriz se clava así misma la aguja mientras cae el telón). Al terminar la obra, los actores se besan apasionadamente.

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