lunes, 27 de mayo de 2013

4º de ESO: viaje de fin de curso a Portugal (marzo de 2013)

Por Miriam del Moral, alumna de 4ºBE.



En Lisboa se formó una familia, sí, una gran familia. No en sentido literal, pero sí aprendimos a querernos, a respetarnos y disfrutar de cada momento juntos. Llegamos y lo primero que hicimos fue pelearnos por las habitaciones. Mal, pensamos todos, pero llegó la primera noche y pareció que todos nos aliábamos en contra de los profesores.
Se estableció una compleja telaraña de chivatazos con los teléfonos del hotel (tardamos poco en descubrir su funcionamiento, jaja), y en ese momento comenzó el tira y afloja de profes contra alumnos. Pero, al final, todo acabaría con un final feliz, sin contar con los enfados del tercer día, cuando nos quitaron los teléfonos (quizás, abusamos un poco de ellos). 

Y visitamos lugares maravillosos llenos de encanto que nos dejaron a más de uno sin palabras. En el cabo da Roca, pudimos observar la inmensidad del océano sintiéndonos empequeñecidos ante la belleza de un paisaje irrepetible. Nuestro paseo, en Sintra, hasta el palacio de Pena... Aunque agotador y al final un poco decepcionante, muchos no llegamos a ver el palacio por motivos no gratos de recordar, pero nos mostró un paisaje impresionante, tanto por la flora autóctona como por las vistas que se nos ofrecían del pequeño pero encantador pueblo de Sintra. 


Y llegamos corriendo a Mafra, casi con la lengua fuera, aunque al final no llegamos por los pelos. Disfrutamos de la fachada del majestuoso palacio-convento que da fama a la ciudad, dejándonos en el recuerdo, la que diría yo, mejor foto del viaje. Agradecemos este hecho a Ángel, uno de los profesores que nos acompañó, que además de estar con nosotros a cada momento, soportó nuestras excursiones nocturnas a habitaciones ajenas. 

Imágenes de la Graduación de Bachillerato 2013 (24-5-2013)

2ºCB con su tutor, Pablo Baena.
2ºDB con su tutora, Beatriz del Río.
2ºBB con su tutora, Susana Carpintero.
Las hermanas Paula y Julia Díaz Miravalls, durante un momento de su actuación.
2ºAB con su tutora, Estrella Morillas.


Graduación 2º de Bachillerato 2013: discurso de Beatriz del Río (24-5-13)

Beatriz del Río, junto a un alumno de su tutoría (2ºDB).

Buenas tardes a todos, padres, compañeros, amigos…

Especialmente, buenas tardes a vosotros, alumnas y alumnos de 2º de Bachillerato.

A veces el periódico nos regala palabras reconfortantes. Hace unas semanas, Gustavo Martín Garzo ilustraba con destreza en El País que nadie nos puede quitar aquello que pertenece al mundo del encanto (no es literal, pero se parece bastante). Estas palabras-todo el artículo (1) en realidad- me llevaron directamente a vosotros y a nosotros, a todos los que hemos formado parte de estos días de instituto.

Aunque hablaba de cine y literatura como maná deseado, alimento del espíritu frente a la deslealtad que nos gobierna; una, que es caprichosa, lo entendió y extrapoló al sustento cocinado a fuego lento y racionado durante estos años que pronto serán aquellos y maravillosos; ‘el mundo del primer día’, ‘lo que aún es nuestro’, diría Martín Garzo.

‘El mundo del primer día’ se remonta en mi caso a vuestro 4º de ESO. Tutora de algunos de vosotros y profesora de Lengua de casi todos, iniciamos nuestro camino con cierta zozobra, y hoy aún son nuestras las broncas que sufristeis con mi habitual vehemencia; memorables enfados con Santiago por su cháchara, con Sara por sus retrasos, con Carmen por un examen, con Jéssica por sus faltas y con Cristian… sobre todo con Cristian… ¿dónde estará Cristian?

Explicaba aquel artículo que la palabra maná viene del hebreo y en origen consistía en una pregunta cargada de curiosidad y asombro: ¿qué es esto?, y de esa duda, de ese ¿qué es?, de ese maná suculento, se alimentaron los judíos durante su travesía en el desierto en busca de la tierra prometida.

El instituto fue la tierra prometida durante vuestros años de colegio; el título de la ESO o el de Bachillerato se convirtieron en nueva meta desde que entrasteis por primera vez en el centro.

jueves, 16 de mayo de 2013

Premio de relatos Día del Libro 2013: Jorge Collado, accésit categoría 3º y 4º de ESO, Bachillerato y Ciclos

ACCÉSIT: JORGE COLLADO VELLISCO. 2ºB BACHILLERATO

Silencio en medio de una angustiosa noche. Calma. Su tranquilidad tan solo era interrumpida por el dulce toque que daba el viento al frotar las hojas de los árboles. Y por sus recuerdos. Sus recuerdos eran lo que realmente turbaba su alma, su ser.

Él era un tecnócrata, una persona de la alta burguesía que solía codearse con gente adinerada. Ella tan solo era una pobre trabajadora de familia humilde. Él se llamaba Jean; ella, Marie. Ambos eran jóvenes. Corría el año 1952.

Marie observaba a Jean sin que este se diese cuenta. Vivían a apenas dos manzanas el uno del otro. Estaba enamorada de él. Se conocían. Eran algo más que conocidos pero algo menos que amigos. Jean estaba demasiado ocupado con sus asuntos de negocios como para darse cuenta del ímpetu que ponía Marie al saludarle, de cómo le brillaban los ojos cuando le veía, de cómo florecía su sonrisa al encontrarse con él… Jean era demasiado superfluo para lo emocional que era Marie. Pero ella estaba ciega. Ciega por él.

Eran un contraste en toda regla. Él, independiente, no buscaba a ninguna mujer en especial. Ella, tan atada a él por este sentimiento que llaman amor.

Marie tenía un enorme vacío en su ser. Estaba sola. Sus padres habían fallecido recientemente por razones médicas. Quería expresar sus sentimientos, saber que Jean sabía que ella le amaba. Pero tenía miedo. Era insegura…

Hasta cierto día. Día que recuerdo a la perfección. Era un 14 de abril, día de la República. Ella se armó de valor y decidió decirle todo aquello que sentía hacia él. 


Premio de relatos Día del Libro 2013: Rocío Solís, accésit categoría 3º y 4º de ESO, Bachillerato y Ciclos


ACCÉSIT: ROCÍO SOLÍS LÓPEZ. 3ºA ESO.

Marco, ya decidido, fue en su busca. Cogió la chaqueta y salió de casa. Se sabía el camino a la casa de Elizabeth perfectamente: cruzó el paso de peatones, giró a la derecha, dos a la izquierda y cuando y estaba en la puerta, paró, miró el timbre, suspiró, y finalmente, llamó. Inesperadamente, abrió la señora Linch.

Marco preguntó si estaba Elizabeth y la señora le contestó que no, que su hija había ido a la biblioteca con un compañero de clase, cuyo nombre le era desconocido. Marco se despidió y se marchó, dirección a la biblioteca. Diez minutos después, ya estaba allí. No estaba seguro de si debería hacerlo, pero no podía aguantar dos años más sin que Elizabeth conociera la verdad. Entró y comenzó a buscarla. La encontró en el primer piso, con Mary, una amiga. Un suspiro de alivio se le escapó al saber que la persona con la que había ido no podría causar ningún problema entre ellos. Se acercó.

-Elizabeth -la llamó en susurros Marco, cuando ya estaba tras ella. Ella se giró y con una sonrisa le dijo: 

-Hola Marco. ¡Qué sorpresa! ¿Qué querías?

-¿Podemos hablar a solas?

Ella se levantó y le acompañó fuera. Le siguió hasta un banco, donde se sentaron los dos.

Premio de relatos Día del Libro 2013: Aura Jiménez, ganadora de la categoría 3º y 4º de ESO, Bachillerato y Ciclos


GANADORA: AURA JIMÉNEZ RODRÍGUEZ. 4ºC ESO.

Volvía a revolverse inquieta entre las sábanas arrugadas. En la soledad de una casa pequeña y oscura, arropada con varias mantas, Amelia no podía dormir bien.

Llevaba desde las doce de la noche viendo un programa en la televisión, cuando el sentimiento de culpa por estar despierta tan tarde la llevó directamente a la cama, dejando olvidados los restos de la cena en la mesita del salón.

Tras media hora buscando la postura perfecta para relajarse, Amelia cayó en un sueño ligero, enfermizo, que llenó su mente de imágenes y diálogos, bañado en sudor. Entonces fue cuando recordó vívidamente su sueño. Recordaba claramente haber visto una carta, una carta pequeña y de aspecto antiguo que parecía guardada en un cajón durante mucho tiempo. De repente la carta empezaba a arder, y fue en ese instante cuando el abrasarte fuego que desprendía el papel y su frente ardiente la despertaron, dejándola desorientada.

Poco a poco se atrevió a incorporarse, asustada por su sueño y, quizá en parte, por ese irracional miedo a la oscuridad que arrastraba desde que era una niña. Dejando por imposible la idea de conciliar el sueño, Amelia se levantó de la cama y se dirigió al baño para lavarse la cara y refrescarse.

Premio de relatos Día del Libro 2013: José Mesas, accésit de la categoría 1º y 2º ESO

ACCÉSIT: JOSÉ MESAS MARTÍNEZ. 1ºE ESO. Premio a la originalidad.


No se alarme, señorita, al recibir esta carta, ni crea que voy a repetir en ella mis sentimientos o a renovar las proposiciones que tanto le molestaron anoche. Solo quería aclarar que si le molestó que anoche le dijera que la amo, y que daría cualquier cosa por usted. A mí me molestó aún más su rechazo y desprecio, pero lo que más me dolió fue verla enfadada y saber que eso había sido causado por mi culpa, que yo había estropeado la sonrisa más bella, dulce y sincera de la noche.

También quería dejar claro que aunque usted no me haya dado la oportunidad de cortejarla, todos los días, regalando piropos y rosas con amor y sinceridad, yo seguiré amándola a la sombra o a la luz, porque usted es el significado de que yo viva, solo con verme a mí puedo retratarla a usted. Somos tan iguales… Usted llámelo como quiera, pero creo que algunos lo conocen como almas gemelas. La seguiré buscando y, si es necesario, lucharé contra leones, moveré montañas, solo porque la admiro, y que sepa que verla todos los días para mí es un premio que no cambiaría por nada del mundo. A usted, mi princesa, le queda pequeña la frase ‘te quiero’, por eso yo le digo ‘te amo’, que, aún quedándole pequeña otra vez, no tengo más palabras.

Acabo de romper mi palabra, porque al principio le dije que no repetiría mis sentimientos, y fíjese si es grande mi amor por usted, que estoy repitiendo mis sentimientos una y otra vez. Solo puedo expresar mi amor con este poema. 


Premio de relatos Día del Libro 2013: Alejandra Pablos, accésit categoría 1º y 2º ESO


ACCÉSIT ALEJANDRA PABLOS BELICHÓN. 2º C ESO.

La confusión de su mente le hacía sufrir intensamente. No podía sostenerse en pie y tuvo que sentarse porque las piernas le flaqueaban. Llovió durante media hora. Su asombro al recordar lo ocurrido crecía cada vez más. Imágenes distorsionadas en su cabeza, recorriéndola con flashes obtusos, le arrastraban fuera del alcance del presente. Sentía sus extremidades convulsionar como poseídas por una sensación cuyo significado siquiera alcanzaba a discernir. Su cuerpo luchaba por instinto para mantenerse con vida a cada latido, a cada instante que reservaba. Pero sus pensamientos le habían matado hace mucho tiempo.


Se sujetó con la mano zurda al extremo de una mesita de noche y, a duras penas, obtuvo estabilidad. Al menos, por unos segundos, pues su cuerpo oscilaba de derecha a izquierda tan lenta como monótonamente. En el intento efímero de aparcar su situación en las lejanías de su memoria, pasó su ojerosa mirada al reloj de muñeca. Rondaban las cuatro y media de la madrugada. Emitió un suspiro hondo, un suspiro cansado que divagó por el ambiente unos segundos, los mismos en los que él se encaminó en dirección a su escritorio. Atravesó así los tintes de luz blanquecina, cuya estela transitaba pesadamente por el cuarto desde la ventana. 

Premio de relatos Día del Libro 2013: Isabel Alegre, primer premio categoría 1º y 2º ESO

PRIMER PREMIO: ISABEL ALEGRE ARANCE. 2ºC ESO

Confieso que me hace falta un poco de vida social. Soy un hombre decepcionado y mi estado de ánimo no soportaría la soledad. Necesito ocupación y compañía. Así que me dispongo a salir a la calle. Cojo mi gabardina negra y abro la puerta, dispuesto a descubrir la nueva ciudad que tengo ante mí. Me pongo a andar sin ningún rumbo en realidad, en busca de alguien con quien estar o algo con lo que pueda pasar el tiempo. Después de vagar por varias calles, observando cómo la gente va y viene con sus quehaceres, unos con prisas, otros que parece que les sobra el tiempo y van relajados, sumergidos en un mundo paralelo, entro en una cafetería que me llama la atención por su sencillez y estilo que parece llevarte de vuelta al pasado. Me siento en uno de los mullidos y cómodos sillones rojos. Me atiende una mujer rubia vestida a la antigua y luciendo una gran sonrisa. La cafetería está vacía, cuando entra una joven. Lleva un libro en las manos y las ondulaciones de su cabello castaño le caen en la cara, parece querer esconder su rostro. Observo a la chica sentarse en un sillón alejado del mío y abre su libro. Se aparta el pelo de la cara y deja ver la hermosura de su rostro. Cautivado por su belleza no puede dejar de mirarla. El color de su pelo resalta su piel morena y sus ojos verdes. Sus labios están pintados con un disimulado rojo. Veo cómo se sumerge en la lectura que sus finos dedos pasan las hojas con delicadeza. Cuando me traen el café lo cojo, me levanto y voy hacia ella.



Nunca fui un chico lanzado. Las cosas siempre me fueron bien, tanto en las relaciones como en la vida. Me considero un hombre atractivo, piel clara, aunque no demasiado, ojos azules y pelo oscuro, siempre me gustó llevarlo corto, pero tampoco demasiado, esbelto y de hombros medianamente anchos. Intento esbozar mi mejor sonrisa, ser espontáneo.

-¿Está libre el asiento?- le digo, y me doy cuenta de que ser espontáneo no es lo mío.

-Sí- dice levantando la mirada de su lectura y clavando sus bonitos ojos verdes en mí. Tiene una voz suave y bastante agradable.

Ella vuelve a bajar la vista y vuelve a la lectura. Yo le doy un sorbo a mi café y busco algo que decir.

-¿Qué libro lees?- digo, por preguntar algo.

-Orgullo y prejuicio- dice ella secamente.

-Oh, tiene que ser bueno -contesto-, sobre todo si una chica tan bonita como tú lo está leyendo.

lunes, 13 de mayo de 2013

Hilos de seda


Por Maite Ugalde, profesora de Lengua Castellana y Literatura del IES Villa de Valdemoro.

Son invisibles al ojo humano pero ahí están y nos mantienen vivos. Un leve zumbido anuncia un sms y de la nada aparecen las palabras y la voz de alguien de quien no sabes nada desde hace más de cinco meses o de aquel amigo que siempre se acuerda de ti en los momentos bajos, o de tu hermana que quiere preguntarte si le prestas aquella blusa azul que tanto te gusta porque tiene una convención y no le ha dado tiempo a comprarse nada. Tú sonríes y contestas inmediatamente porque esas palabras acortadas te han puesto de buen humor en esta tarde en la que no sabías muy bien qué hacer con tu tiempo y les dices que te alegras de saber de ellos, que tú también te acuerdas aunque no llames ni escribas, que hay que quedar muy pronto a tomar unas copas, que por supuesto que le prestarás a tu hermana esa blusa azul que tanto te gusta. Son mensajes provenientes del espacio exterior, son ovis, objetos volantes identificados, y tú nunca hubieses pensado que este aparato que tanto aborrecías cuando mirabas a la gente en la calle ir caminando y hablando por él como si fueran perfectos loquitos, te iba a proporcionar tantos ratos de placer y de añoranza. Ni que te ibas a saber el centro de un universo del que nacen y en el que confluyen tantos hilos invisibles de seda; tú como una araña reina, sentada en su centro, esperando, a que los diminutos hilos de seda transmitan palabras, recuerdos, sensaciones, apuntando hacia tu pequeño corazón.


Homenaje a Luis Cernuda


Este año se cumple el 50 aniversario de la muerte del poeta Luis Cernuda (Ciudad de México, 5 de noviembre de 1963). La profesora de Lengua Maite Ugalde nos regala este hermoso poema que recuerda al ilustre sevillano de la Generaciónd el 27.


POEMA PARA LUIS CERNUDA
Te busqué a ti,
ángel caído y siempre levantado,
el de ojos transparentes como carne de niño,
cuando tus palabras resonaban
como pasos de ciervo perdidos en la nieve.

Te encontré en mil cuerpos;
en el inabarcable de un adolescente,
en el mudo y ciego de la mujer rota,
en el que se cierra sobre sí mismo;
en todos sus pliegues estabas tú,
doblándote y hundiéndote en la carne.

No te busqué en los paraísos perdidos,
ya que, apagada la llama del poeta,
solo quedan infiernos.

Si no hay infiernos, Luis,
tampoco hay esperanza.
Solo nos queda escuchar el gemido del pájaro
y la calma que hiere en tus palabras.