jueves, 16 de mayo de 2013

Premio de relatos Día del Libro 2013: Isabel Alegre, primer premio categoría 1º y 2º ESO

PRIMER PREMIO: ISABEL ALEGRE ARANCE. 2ºC ESO

Confieso que me hace falta un poco de vida social. Soy un hombre decepcionado y mi estado de ánimo no soportaría la soledad. Necesito ocupación y compañía. Así que me dispongo a salir a la calle. Cojo mi gabardina negra y abro la puerta, dispuesto a descubrir la nueva ciudad que tengo ante mí. Me pongo a andar sin ningún rumbo en realidad, en busca de alguien con quien estar o algo con lo que pueda pasar el tiempo. Después de vagar por varias calles, observando cómo la gente va y viene con sus quehaceres, unos con prisas, otros que parece que les sobra el tiempo y van relajados, sumergidos en un mundo paralelo, entro en una cafetería que me llama la atención por su sencillez y estilo que parece llevarte de vuelta al pasado. Me siento en uno de los mullidos y cómodos sillones rojos. Me atiende una mujer rubia vestida a la antigua y luciendo una gran sonrisa. La cafetería está vacía, cuando entra una joven. Lleva un libro en las manos y las ondulaciones de su cabello castaño le caen en la cara, parece querer esconder su rostro. Observo a la chica sentarse en un sillón alejado del mío y abre su libro. Se aparta el pelo de la cara y deja ver la hermosura de su rostro. Cautivado por su belleza no puede dejar de mirarla. El color de su pelo resalta su piel morena y sus ojos verdes. Sus labios están pintados con un disimulado rojo. Veo cómo se sumerge en la lectura que sus finos dedos pasan las hojas con delicadeza. Cuando me traen el café lo cojo, me levanto y voy hacia ella.



Nunca fui un chico lanzado. Las cosas siempre me fueron bien, tanto en las relaciones como en la vida. Me considero un hombre atractivo, piel clara, aunque no demasiado, ojos azules y pelo oscuro, siempre me gustó llevarlo corto, pero tampoco demasiado, esbelto y de hombros medianamente anchos. Intento esbozar mi mejor sonrisa, ser espontáneo.

-¿Está libre el asiento?- le digo, y me doy cuenta de que ser espontáneo no es lo mío.

-Sí- dice levantando la mirada de su lectura y clavando sus bonitos ojos verdes en mí. Tiene una voz suave y bastante agradable.

Ella vuelve a bajar la vista y vuelve a la lectura. Yo le doy un sorbo a mi café y busco algo que decir.

-¿Qué libro lees?- digo, por preguntar algo.

-Orgullo y prejuicio- dice ella secamente.

-Oh, tiene que ser bueno -contesto-, sobre todo si una chica tan bonita como tú lo está leyendo.
Mi comentario la alarma y levanta bruscamente la mirada del libro, y se sonroja. El rubor de sus mejillas resalta más su belleza y me hace sonreír. Veo que no sabe qué decir. Así que deduzco que mi comentario ha sido demasiado brusco y decido disculparme.

-Perdón si mi comentario te ha ofendido, no pretendía nada así.

-Tranquilo, simplemente no sabía qué responder- dice ella en casi un susurro-, no me suelen decir cosas así.

-Entonces el mundo debe estar más ciego de lo que creía -digo yo, sin poder quitar esta estúpida sonrisa de mi cara.

Ella se pone aún más roja.

-Me llamo Louis -digo poniendo mi mano con el dorso hacia arriba, sobre la mesa.

-Soy Alice- dice ella sonriendo, enseñando una preciosa sonrisa que nunca podré olvidar. La primera de muchas sonrisas suyas que me harán ser feliz.

En ese momento ella estrecha mi mano contra la suya, provocando agradables llamaradas en mi piel, haciendo que deseara no soltar su mano nunca.

Esa sonrisa, esos ojos, esas delicadas manos, esa voz, me enamoraron desde el primer instante.

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