miércoles, 18 de junio de 2025

¡VAYA UN CORRAL DE COMEDIAS!


Creado y representado por el profesor de Lengua: Carlos J. Peñas.

Reportaje realizado por varias alumnas de 3º ESO: Erin Gallego, Marta González, Alexandra Gradinaru, Andra Bianca.



Personajes:

Todos los personajes de esta obra fueron representados por el profesor Carlos, a excepción de los alumnos voluntarios que participaron. Se representó un resumen esquemático de La vida es sueño. Segismundo (Carlos) es el príncipe de Polonia, hijo del rey Basilio, pero ha sido encerrado desde su nacimiento en una torre alejada del mundo por una profecía astrológica que advertía que se convertiría en un gobernante tirano y destructor.

Cuando su padre decide ponerlo a prueba llevándolo al palacio y haciéndolo despertar en la corte como si todo fuera un sueño, Segismundo reacciona con violencia, demostrando arrogancia, crueldad y falta de control. Sin embargo, tras ser devuelto a la torre y convencido de que todo fue un sueño, comienza a reflexionar sobre el significado de la libertad, el destino y la responsabilidad. Esta transformación interior lo lleva a cambiar de actitud cuando vuelve a tener la oportunidad de reinar. Se convierte en un líder sabio y justo, reconociendo que la vida es como un sueño, es decir, efímera, y que el poder debe ejercerse con humildad.

En esta representación aparecieron Segismundo (Carlos), el criado (un alumno voluntario al que lanzaron desde el escenario) y el rey Basilio (otro alumno voluntario). Además, todo el público participó de manera colaborativa al actuar como partidarios de ambos grupos en la guerra del tercer acto.





La representación:

La obra trata sobre Segismundo, que es el hijo del rey de Polonia. Desde que nació lo encerraron en una torre porque un oráculo había dicho que, cuando creciera, iba a matar a su padre. Entonces el rey, para evitarlo, decidió encerrarlo lejos de todo, en una especie de cueva con cadenas y una trampilla por donde le pasaban la comida.

Un día, deciden sacarlo de ahí y llevarlo al palacio, pero sin decirle que, en realidad, es el príncipe. Cuando sale de la cueva, empieza a hablar con muchas metáforas que solo los nobles entendían, pero al pueblo le encantaba verlo cuando se volvía loco o se expresaba con fuerza.

Ya en el palacio, al principio Segismundo está agradecido, pero luego se vuelve un poco arrogante. Se enfrenta a un criado, lo trata mal, y, en medio del altercado, acaba cayendo al mar. Al enterarse de todo, el rey se enfada muchísimo, piensa que el oráculo tenía razón, y decide volver a encerrar a su hijo en la cueva. Le dan una bebida para dormirlo y lo devuelven a su encierro, sin que él sepa si lo que vivió fue real o un sueño.

Después, aparecen varios personajes muy graciosos, como Cosme Pérez, al que todos llaman Juan Rana. Es un personaje muy torpe, que no acierta ni a regar dentro de la palangana, y, como nadie lo entiende, se expresa con gestos muy exagerados. También aparece la Santa Hermandad, que son dos hombres vestidos de verde que siempre llegan tarde, pero cuando llegan le dan mil golpes a Juan Rana. Y él, todo dolido, dice que por qué no le dieron más, pero que no le peguen por delante, sino por detrás, que el verdugo tenía una porra más grande que la de Satanás.

Luego sale un médico llamado doctor Ventura, que la verdad no acierta ni una. Se confunde con dos recetas: una era para un cura mayor que quería purgarse porque decía que tenía a Satanás metido en la cintura, y la otra era para un joven que quería pasar una noche romántica, pero que era demasiado tierno. Al confundirse, el joven acaba con una diarrea horrible y el cura…, bueno, parece que por fin se le fue el demonio.

En general, la obra mezcla drama con momentos muy cómicos. Habla del destino, del poder, de la libertad…, pero también tiene muchos personajes que le dan un toque divertido. Me gustó mucho, porque te hace pensar, pero también te ríes bastante.


Intención y curiosidades:

La intención del profe ha sido que nos sintamos parte de un corral de comedias para ver cómo se entretenía la gente en esa época y entender algunos aspectos de su literatura y arquitectura:

Conocer nuevos escritores y cómicos: Calderón de la Barca y Juan Rana, pero también Quevedo, e, incluso, se menciona a Lope de Vega como espectador.

Obras que se interpretan: Carlos interpreta tres actos de La vida es sueño y Los entremeses de Juan Rana.

La vida es sueño: Es una obra de teatro, concretamente un drama, perteneciente al movimiento literario del Barroco. Es considerado un drama filosófico que explora temas como la libertad del ser humano frente al destino, la fugacidad de la vida y la confusión entre sueño y realidad. El personaje principal es Segismundo.

Los entremeses de Juan Rana: Como género teatral, son interludios musicales y cómicos que se representan entre actos de comedias. El personaje principal es Juan Rana, que es un personaje joven, de clase baja, que se enfrenta a diversas situaciones cómicas y absurdas en el entremés.

Las distintas zonas que tienen los corrales: En el patio había bancos o gradas laterales en los que los hombres que pagaban se sentaban, los que estaban de pie (los que no pagaban) eran los “mosqueteros”.

Además, había una grada en la primera planta, la cazuela, donde se situaban las mujeres, separadas de los hombres. Tenían un lema: “Nada de requiebros amorosos, para eso a la iglesia”. En la segunda planta se encontraban los aposentos o palcos privados de la nobleza, separados de la multitud. Y, por último, los intelectuales se ubicaban en los corredores encima de la cazuela. En resumen, la distribución de los espectadores reflejaba que había una discriminación total de las clases.

Aunque no hayamos estado en un corral de verdad, el profe ha sido original. Lo hemos realizado en el patio, en una zona parecida a un coral. Allí había bancos donde se sentaban las personas que pagaban, las escaleras como si fueran la cazuela, las mesas como una cueva, los edificios similares a los balcones donde estaban los intelectuales y los nobles…




Conclusión:

La representación que presenciamos en el patio del instituto nos pareció una actividad muy interesante y entretenida. A pesar de no estar en un corral de comedias original, Carlos supo recrear el estilo del teatro del Siglo de Oro con mucho acierto, utilizando elementos sencillos pero efectivos. Fue una manera diferente y cercana de acercarnos a este tipo de obras, y nos ayudó a comprender mejor su contenido, su humor y su contexto. En general, fue una experiencia educativa y divertida que nos permitió disfrutar del teatro de una forma distinta.




'Escape room' para 1º de ESO

Por Aitana Linares (3ºESO)

Para muchos, la idea de un 'escape room"' puede intimidar, pero hay una categoría que desmitifica el género: los 'escape rooms' sencillos. Estas aventuras son la puerta de entrada ideal para principiantes, ofreciendo la emoción de descifrar enigmas en un ambiente relajado y sin estrés, priorizando la diversión y la participación de todos.

Este escape room era uno de los sencillos, porque no estaba limitado por un tiempo y no era muy difícil de resolver con las ayudas que les ofrecían, ya que estaba hecho para alumnos de 1º de la ESO.

En esta trepidante aventura se reunían tres familias, a las cuales el príncipe don Juan Manuel les encomendó una tarea a cada una.


La primera familia, los Rapsodas, tenían que encontrar una historia que le leían al príncipe cuando era pequeño, que trataba de algo así como que un príncipe molestaba a una chica con preguntas molestas y pesadas; pero, en el fondo, se gustaban. Esta historia le encantaba al príncipe y quería encontrarla para que las Rapsodas se la interpretaran y, así, conseguir recordar viejos tiempos.

La segunda familia, los Vates de la Lira, tenían que hallar una Oda hacia su amigo fiel de cuatro patas, su perro Patronus. Este poema le encantaba al príncipe, ya que alababa a su mejor amigo, el cual ya no se encontraba junto a él.

Por último, pero no menos importante, la tercera familia, los Histriones, debían dar con una obra de teatro, la cual trataba de algo así como que un rey era asesinado por un señor que después era derrocado del trono.

Después de encomendar todas las misiones a cada una de las familias, estas empezaron a buscar por toda la biblioteca del señor Calleja obras como las que les había contado el príncipe.


Tras un rato buscando y con ciertas ayudas del señor Calleja, dueño de la biblioteca, las familias supieron el autor de cada libro y tras indagar un poco más encontraron los libros.

La familia de los Rapsodas, tras pensar y pensar, averiguaron qué historia era y en qué libro se encontraba. Más tarde, se la interpretaron al príncipe, y a este le gustaron mucho dos partes: una muy repetitiva, en la cual el príncipe del cuento no paraba de preguntarle a la dama: “Señorita que riega la albahaca, ¿cuántas hojas tiene la mata?”, pregunta a la que la dama no sabía responder; y otra parte de la historia, que le encantó al príncipe, fue cuando para curar al príncipe enfermo del relato una de las hermanas se vistió de médico y dijo que para que se pusiera bien debían introducir un nabo por el ano, y resultó que, aunque cueste creer, esto le curó.

Luego, tenemos a la familia Vates de la Lira, los cuales, pensando mucho, dedujeron que esta obra tenía que ser muy contemporánea, ya que antes no se escribían Odas hacia un perro. Pasaron bastante tiempo buscando, hasta que encontraron el libro, en el cual estaba la Oda hacia el perro que quería el príncipe. Esta obra, al igual que todas las demás, fue representada delante del príncipe, el cual se emocionó muchísimo, ya que la representaron con mucho sentimiento y le hizo recordar momentos muy bonitos junto a su mejor amigo de cuatro patas y recordó cuando en vez de caminar solo dos piernas, caminaban cuatro patas y dos piernas.

Por último, la familia de los Histriones, los cuales encontraron en la biblioteca la obra de teatro sobre el tema que propuso el príncipe. Se interpretó frente al hijo del rey y este se sintió superemocionado al ver todos esos enfrentamientos y esos momentos de tensión en los cuales no se sabía que iba a ocurrir, y todos incluido el príncipe, queríamos que acabaran de contar la historia para saber cuanto antes el inesperado final.

Después de representar todas las obras literarias, el 'Escape Room' había finalizado, pero como recompensa por haber cumplido con las misiones encomendadas, el príncipe quiso premiarles con unas golosinas, las cuales los alumnos disfrutaron con mucha felicidad.

martes, 17 de junio de 2025

Último 'Escape Room' del calendario escolar

Por Lucía Mozo Pascual (2ºBachillerato)

Si bien se ha cumplido un mes desde la intensiva búsqueda en el Patio de Dilemas, una reportera no puede dejar pasar la oportunidad de redactar lo que, probablemente, sea su último reportaje de actualidad sobre el centro. El pasado 16 de mayo, alumnos de 3º de ESO se vieron involucrados, una vez más, en otro Escape Room traído a la vida de la mano creativa de Carlos Jiménez, profesor de Lengua y literatura, esta vez con los amores de Garcilaso de la Vega como temática. Al igual que en ocasiones anteriores, la actividad se vio adaptada a los contenidos vistos en clase y según lo aprendido de este autor de cara al examen. Este también sirvió como acto de cierre para una consecución de sesiones del Escape Room que se realizaron a lo largo de esa semana.



Según nos explica su anfitrión, el objetivo fue el de descubrir los cuatro nombres escondidos entre objetos, versos y tópicos literarios, “Mas tened mucho cuidado, porque para tener el nombre verdadero, hay que escoger, entre dos objetos, el que mejor representa al tópico literario del poema que vais a encontrar junto a ellos”. Así, y tras una primera fase en dicho Patio de los Dilemas (actual puerta del edificio A), se descifra en primera instancia el nombre de una de las amadas. Seguidamente, las familias tuvieron que desplazarse al Jardín de los Objetos Poéticos para obtener el apellido de la dama. Superados los cuatro Dilemas, los cuatro nombres que “en alma de Garcilaso están escritos” fueron revelados minutos antes del tocar de la campana de la quinta hora.


Aunque ya no estaré en el centro como alumna, y, por consiguiente, dudo estar al tanto de futuros eventos, han sido acontecimientos como este los que, echando la vista atrás una vez cruzada la línea de meta, se recuerdan con cariño. No solo estimulan, motivan y animan a los estudiantes a dar lo mejor de sí mismos, sino que dicen mucho del compromiso del profesorado implicado. Actividades pequeñas y tradiciones como el Cross hacen del instituto un espacio ameno e incluso divertido (y miedo me da incluir este último adjetivo en nombre de todos. Dejémoslo como una opinión personal que esta servidora espera sea compartida). 

Nuevamente, gracias a Carlos por la oportunidad de cubrir esta noticia.



martes, 29 de abril de 2025

Tercer encuentro de nuestra familia del club de lectura

Por  Andrés Pintado Olteanu y Sergio Martínez Fernández (2ºESO B)



El pasado 31 de marzo, los alumnos de 1º y 2º de la ESO se reunieron en el aula de usos múltiples a las 17 horas, como de costumbre, para el último encuentro del club de lectura de este curso.

En esta ocasión, el libro elegido fue El rumor del oleaje, del famoso escritor japonés Yukio Mishima. Para romper el hielo, la profesora de Lengua Laura Castro había preparado una presentación con datos sobre el autor y curiosidades del libro, que permitió que comenzase el debate. A continuación, cada lector dio su opinión sobre el libro comentando los aspectos de la obra que más les habían gustado o llamado la atención. Por ejemplo, los asistentes disfrutaron especialmente con las descripciones del paisaje y el mar, así como del acercamiento a la cultura tradicional japonesa. Y, para finalizar, disfrutamos en buena compañía de una suculenta merienda.

Por último, animamos a los nuevos alumnos de 1º ESO y también a los de 2º ESO del próximo curso a que se unan a esta familia que esperamos que siga aumentando.

martes, 4 de marzo de 2025

Segundo encuentro del club de lectura de 1º y 2º ESO

Por Beatriz Rabadán Vela (2ºBE)

El pasado día 3 de febrero, varios alumnos de 1° y 2° de ESO acudieron al club de lectura en el que hablaron sobre el interesante libro El viejo y el mar, de Ernest Hemingway. Los alumnos y profesores asistentes intercambiaron opiniones sobre la lectura: destacaron como puntos positivos la bonita relación que se crea entre el protagonista y el niño. También coincidieron en la pena que les causaba el desenlace de la aventura, aunque es cierto que todos habían disfrutado con el libro, algunos incluso más que con el del primer trimestre. Para terminar, cada alumno llevó una deliciosa merienda para compartir entre todos. Fue muy divertido y productivo.



jueves, 27 de febrero de 2025

¿Damos a los cuidados paliativos la importancia que merecen?

Por Rebeca Abril Santos (1º Bachillerato).

Este texto ha pasado a la final de las olimpiadas filosóficas en la categoría de disertación.

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Cuando se diagnostica una enfermedad terminal, la medicina suele ofrecer dos opciones. Una es apostar por tratamientos agresivos, a menudo experimentales, arriesgados y con pocas probabilidades de éxito; la otra es acogerse a los cuidados paliativos.

Los cuidados paliativos se ofrecen a pacientes con una enfermedad terminal que ya no responde al tratamiento. Su objetivo es proporcionarles alivio para el dolor, sustituyendo el tratamiento de la enfermedad por uno de analgésicos, y apoyo psicológico para aceptar la muerte, así como ayudar a los allegados al paciente con el duelo. Por tanto, podemos decir que este tipo de atención sanitaria se basa en el alivio del sufrimiento del paciente, tanto físico como mental; los cuidados paliativos suponen una labor humanitaria y empática, y muy exigente. En palabras de la filósofa Victoria Camps, «cuidar implica desplegar una serie de actitudes que van más allá de realizar unas tareas concretas de vigilancia, asistencia, ayuda o control; el cuidado implica afecto, acompañamiento, cercanía, respeto, empatía con la persona a la que hay que cuidar.» Sobre esta definición, precisamente, se asientan los cuidados paliativos.

A muchos les parecerá atractiva, en teoría, la idea de este tipo de cuidados, por la gran ayuda que suponen para los moribundos al final de su vida. Pero lo cierto es que, cuando se les da a elegir entre una tratamiento agresivo —la mentalidad de luchar por la vida a toda costa— o cuidados paliativos —que conllevan aceptar la muerte—, la gran mayoría de pacientes terminales eligen la primera opción. ¿Es esta la mejor decisión? Desde el punto de vista del bienestar del paciente, la respuesta es, casi siempre, no, debido a las razones que se detallarán a continuación y que demuestran que los cuidados paliativos merecen una atención que actualmente no se les concede.

Para empezar, veamos un ejemplo. Pongamos que una persona joven padece de un cáncer de pulmón; aunque ha pasado por varios ciclos de quimioterapia, el cáncer no ha respondido al tratamiento, y además se ha extendido a otros órganos. En este punto, su médico le plantea dos alternativas: interrumpir el tratamiento y acogerse a una unidad de cuidados paliativos, o probar con otro experimental, muy agresivo y con dolorosos efectos secundarios.

El paciente es joven y (comprensiblemente) no quiere morir; no quiere renunciar a las promesas que le ofrecía la vida antes del cáncer. Dejar el tratamiento ¿no sería una renuncia?

¿Una derrota? Además, le han dicho que hay muy pocas posibilidades de que el tratamiento experimental funcione, pero no que no haya ninguna. ¿No va a morir de todas formas? ¿Qué pierde por intentarlo?

Con estos razonamientos, nuestro paciente decide probar el nuevo tratamiento. Y no solo no funciona, sino que también le provoca fuertes dolores y deteriora su cuerpo todavía más. Pasa la mayor parte del tiempo durmiendo y es incapaz de apreciar y disfrutar, en la medida de lo posible, el tiempo que le queda con sus seres queridos. Un par de meses después, el paciente muere. Y no ha tenido una buena muerte, ni mucho menos: sus últimos días han estado divididos entre la inconsciencia y el dolor. Para su familia, verle luchar contra su final, sintiéndose tan impotente, ha sido devastador.



¿Habría sido una mejor opción optar por los cuidados paliativos? Sin duda. Nuestro paciente se habría ahorrado muchos dolores y efectos secundarios, y habría recibido apoyo emocional para aceptar su muerte; habría pasado sus últimos días bien acompañado, y seguramente mucho más feliz.

Este ejemplo, que ilustra la importancia de los cuidados paliativos, puede dejarnos un mal sabor de boca. El paciente habría, habría, habría… El condicional expresa una oportunidad perdida, remordimientos y, sobre todo, lo inútil que parece ponerse a pensar en si tal o cual persona debería haber pedido cuidados paliativos.

Y, sin embargo, es necesario pensarlo. Son necesarios los remordimientos. Y es necesario que seamos conscientes de la gran ayuda que sería para los enfermos terminales y sus familias darles a los cuidados paliativos más importancia.

Para esto no basta con lo obvio, que es invertir más dinero o formar a más personal sanitario en el sector: hay que aprender a aceptar la muerte, un elemento fundamental en los cuidados paliativos.

En esta sociedad hay un arraigado rechazo hacia la idea de la muerte, hacia hablar de ella, aceptarla. Pero tal vez esto no debería ser así. Martin Heidegger dijo que «si tomo la muerte en mi vida, la reconozco y la afronto directamente, me liberaré de la ansiedad de la muerte y de la mezquindad de la vida, y solo entonces seré libre para convertirme en mí mismo.» Entonces ¿cómo van a entender y apreciar la vida aquellos que evitan pensar en la muerte, o la ven como un esqueleto encapuchado que amenaza el porvenir con una guadaña en la mano? Habría que tener en cuenta la definición del estoico Marco Aurelio: «¿Qué es la muerte? Porque si se la mira a ella exclusivamente y se abstraen, por división de su concepto, los fantasmas que la recubren, ya no sugerirá otra cosa sino que es obra de la naturaleza.»

De todos modos, puede que la gente joven y sana pueda apartar la muerte de sus pensamientos la mayor parte del tiempo, especialmente en el ajetreo de la vida actual. Pero para un enfermo terminal la muerte no es una posibilidad remota sobre la que ya meditará algún día, cuando sea anciano, ni está lo bastante lejos como para ignorarla; los enfermos terminales conviven con la idea de la muerte día y noche. Y aún así la mayoría de ellos no es capaz de aceptarla. Esta es la razón por la que tantas personas rechazan los cuidados paliativos: porque para recibirlos hay que firmar un impreso indicando que uno es consciente de que su enfermedad es terminal y que renuncia a la atención sanitaria que la trata.

Hace falta valor para firmar ese documento, un valor que pocos enfermos hallan sin ayuda. Es como un círculo vicioso: sin la ayuda de los cuidados paliativos rara vez hay valor para aceptar la muerte, y sin valor para aceptar la muerte no se suele acceder a los cuidados paliativos.

También hay que recalcar que, si no se les da la importancia necesaria a los cuidados paliativos, es en parte porque el sistema sanitario actual no tiene la actitud más adecuada respecto a ellos. Los médicos suelen ver la enfermedad como un problema que hay que resolver a toda costa; durante sus años de estudio no se les prepara para lidiar con una


enfermedad que no tiene remedio, y tampoco para reconocer en voz alta que a un paciente le quedan menos de seis meses de vida. Es más fácil hablar sobre un tratamiento experimental, o una nueva combinación de fármacos, que preguntarle al paciente si prefiere algún tanatorio en particular. No hay tantos médicos que quieran especializarse en cuidados paliativos; y, sin embargo, uno pensaría que la labor de la medicina debería llegar hasta la muerte del paciente, en vez de quedarse estancada en ese momento en el que el especialista —después de hablar de las radiografías y del TAC con tecnicismos huecos— consigue decir que lo siente y no hay nada que hacer. Como dijo Francias Bacon, «la función del médico es devolver la salud y mitigar los sentimientos y dolores, no solo en cuanto esa mitigación puede conducir a la curación, sino también en cuanto que puede procurar una eutanasia: una muerte tranquila y fácil. En nuestro tiempo los médicos abandonan a los enfermos cuando han llegado al final. [...] El médico debe estar junto al paciente, cuando se encuentra muriendo.» La doctora Elizabeth Kübler-Ross va más allá, diciedo que «quisiera asegurarles que estar sentado junto a la cabecera de los moribundos es un regalo, y que el morir no es necesariamente un asunto triste y terrible. Por el contrario, se pueden vivir cosas maravillosas y encontrar muchísima ternura.» Si esta visión fuera más habitual en el ámbito sanitario, los cuidados paliativos se tendrían mucho más en cuenta, y no solo como una gran ayuda para el paciente, sino también como una oportunidad de enriquecimiento para el personal sanitario.

De todo lo que se ha dicho hasta aquí se extrae que los cuidados paliativos están, desgraciadamente, infravalorados. Pero ¿qué hay de los inconvenientes? Nada es perfecto, y, por supuesto, los cuidados paliativos no son la excepción.

Probablemente el mayor argumento en su contra sea que traen consigo la pérdida de la esperanza de cura. Aunque apostar por los cuidados paliativos supone preocuparse sobre todo por el bienestar del paciente, toda elección conlleva una renuncia, y en este caso se trata de renunciar a la posibilidad de vencer la enfermedad, por mínima que sea. Se dice que la esperanza es lo último que se pierte; y cuando a un paciente se le presenta la opciónd e probar un tratamiento con pocas probablidades de éxito, lo que más llama su atención no es el 99% de probabilidad de que sea inútil, sino ese pequeño 1%, que le promete la curación. ¿Y si su caso es precisamente ese uno entre cien, o entre mil, en el que sí va a funcionar?

Es difícil renunciar a ese resquicio de esperanza, porque siempre cabe una mínima posibilidad. Pero ¿es aferrarse a esa posibilidad los más sabio? Puede que ocurra un milagro, pero ¿y si no, que además es lo más seguro? ¿Hay que sacrificar los últimos momentos de bienestar por una gota de esperanza?

Nietzsche escribió que «la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres.» En el área de los cuidados paliativos, esta afirmación resulta ser cierta en muchos casos. Los que renuncian a este tipo de cuidados por la esperanza de curarse renuncian también a una buena muerte y casi siempre acaban sufriendo muchísimo más.

Algo más en contra de los cuidados paliativos es el sentimiento de culpabilidad por «no haber hecho suficiente.» Suele afectar a los allegados al paciente, y hace que el duelo sea aún más difícil y doloroso. Pongámonos en el lugar del hijo de una paciente terminal que ha decidido


renunciar al tratamiento y acudir a una unidad de cuidados paliativos. No cabe duda de que ha sido una decisión difícil para esa paciente; y también es seguro que su hijo habrá pasado alguna noche —o muchas— preguntándose si es la decisión correcta, si no debería haberle insistido a su madre para que probase algo más antes de darse por vencida…

El remordimiento por no haber hecho algo más es un sentimiento terrible. Pero a veces es necesario distinguir entre cantidad y calidad. Tal vez se podrían haber hecho más cosas por un paciente, haberle sometido a más cirugías o tratamientos, pero ¿habría mejorado eso su calidad de vida durante el final? En la mayoría de los casos, no. El camino más seguro para tener —dentro de lo que cabe— un final feliz es aquel que no hay que recorrer en solitario. Aquel que está iluminado, pero que no niega las sombras. Aquel en el que el viajero está acompañado por personas que realmente se preocupan por él y su dolor, y que le darán consuelo hasta el final. Aquel camino, en definitiva, que ofrecen los cuidados paliativos.

Todo lo dicho anteriormente va encaminado a demostrar que los cuidados paliativos tienen mucha más importancia de la que se les da en la actualidad. Según Elizabeth Kübler-Ross, «morir no debe significar nunca padecer el dolor. En la actualidad la medicina cuenta con medios adecuados para impedir el sufrimiento de los enfermos moribundos. Si ellos no sufren, si están instalados cómodamente, si son cuidados con cariño y si se tiene el coraje de llevarlos a sus casas —a todos, en la medida de lo posible—, entonces nadie protestará frente a la muerte.» Este es el enfoque que le dan los cuidados paliativos al final de la vida. Aunque es duro mirar a la muerte a la cara, debemos recordar que no tenemos que hacerlo solos; y quien reúna sus fuerzas para pedir ayuda y aceptar la muerte descubrirá el valor del consejo de Marco Aurelio: «no desdeñes la muerte; antes bien, acógela gustosamente, en la convicción de que esta también es una de las cosas que la naturaleza quiere».

viernes, 7 de febrero de 2025

LA BIBLIOTECA DE ISABEL I: 'ESCAPE ROOM' EN CLASE DE LENGUA

Por Lucía Mozo Pascual (2º de Bachillerato).


“¡Hurtado de Mendoza, ha mucho que no os veía desde los funerales del ilustre Don Jorge Manrique! Pasad, por favor, diponed a vuestra familia alrededor de esta mesa”. Con estas palabras se invitaba a los alumnos de 3º de la ESO a entrar a la biblioteca. Un Escape room a luz de vela basado en las Coplas por la muerte de su padre, obra de Jorge Manrique, al que tuve el honor de asistir la semana pasada. El objetivo: devolver las coplas pérdidas del autor deduciendo la contraseña del criptex.
 



Los nobles estudiantes habían de conseguir abrir los tres cofres, descifrando sus respectivos códigos, para alcanzar la pista final que les daría la victoria frente al resto de sus compañeros. Con la ayuda de una luz ultravioleta (más de uno aprovechó para hacerse un tatuaje invisible) y lo aprendido en clase, iban superando grupo a grupo la prueba inicial. Esta consistía, según la mesa, en medir la métrica e identificar los tópicos literarios o el tipo de rima de una de las coplas de Manrique. Una vez descubierto el contenido de su interior, llegaba el último reto: diferenciar la obra de este autor de otras elegías pertenecientes a Lorca o Miguel Hernández. Cada mesa completada revelaba dos de las seis letras para resolver el criptex. Para mayor dificultad, no estaban ordenadas, siendo la estructura de su poemario, dividido en los temas muerte, pasado y elegía a su padre; su único guía entre las tinieblas.
 




Carlos Jiménez, profesor de Lengua y Teatro, es quien ha organizado este nuevo método de aprendizaje. No es la primera vez que lleva su idea a cabo en este centro, nos cuenta. “Es una actividad que me propuso el Departamento de Lengua realizar este curso porque es como a mí me gusta enseñar la literatura (...) Es una manera de repasar los contenidos que han aprendido de Manrique y de sus coplas y de que se involucren”. Aprovechando que durante dicha semana no podían avanzar temario, pues la mayoría de alumnos de 3º se encontraban en Dublín, ha sido una forma interactiva y entretenida de revivir el temario. Nos menciona también que, el noviembre pasado, tuvo el placer de ejecutar otra interpretación ambientada en la época de los juglares junto a su compañera Marian. Está claro que esta no será la última.



 
En definitiva, los alumnos han disfrutado un montón con esta actividad, además de estar listos para próximos exámenes de Lengua y haber ganado como recompensa unas monedas de chocolate, que nunca están de más. Estaremos atentos a nuevos escape rooms que, sin duda, nos harán viajar al pasado y acercarnos a sus pintorescos personajes una vez más.