miércoles, 16 de mayo de 2012

Opinión: ¿Alumnos de excelencia?

Por DIEGO JIMÉNEZ, exalumno del IES Villa de Valdemoro, actualmente en la universidad.
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Recortes en los presupuestos para educación, subida de las tasas universitarias..., aunque, por el contrario, "educación de excelencia". No comprendo la razón de ser del sistema educativo y pido una reforma, aunque gradual, pero que ponga en marcha el verdadero espíritu de la formación de las personas. Tras haber observado con detenimiento ciertos comportamientos tanto en las aulas como en los lugares de trabajo, me he dado cuenta de que, tal como está dirigida la educación en España, va encaminada a la lucha por la supervivencia, el individualismo y el “apáñatelas como puedas, pero si yo puedo pasar por encima de ti, no dudes de que lo haré”.
Presenciar ciertas escenas de egoísmo y competitividad durante algún tiempo, me ha hecho reflexionar sobre si vamos por el camino correcto. Ponerse la "medallita" del trabajo bien hecho delante del jefe por algo que han hecho otros, olvidarte de tus principios cuando tienes la oportunidad de ganar más dinero perjudicando a los demás, o no advertir o informar a tus compañeros de clase sobre algo que sabes, para adoptar una situación de ventaja respecto a ellos a la hora de evaluarse. Típicos comportamientos fomentados por el sistema educativo que no podemos negar, como la relación entre autoridad y sumisión de los que yo mismo me siento producto.
¿Dónde está el espíritu crítico? ¿Dónde el principio de solidaridad y empatía por el grupo? ¿Dónde? Yo creo que en ningún sitio. Lo creo sinceramente cuando he visto gente tirarse los trastos a la cabeza por conseguir una matrícula de honor. Un título es de gran ayuda y anima a las personas que han trabajado duro, pero, en mi opinión, los procedimientos llevados a cabo, mediante los cuales se específica de antemano el límite de aquellos que pueden acceder a cierta calificación, consigue convertir al alumno en una persona cuyo objetivo último es la obtención de una buena calificación, en vez de captar la esencia de los conocimientos, que serán los que te formen como persona.
Es muy sencillo, y puedo poner como ejemplo que si alguien sabe que en una asignatura únicamente memorizando un libro va a conseguir más nota, puedo asegurar que sería muy reducido el número de personas que investigaría por su cuenta y se detendría a reflexionar y sacar sus propias conclusiones de aquello que está leyendo.
Afirmaciones duras, sin duda, de un análisis realizado por alguien que observa la vida en sociedad. Por ello, propongo que si algo como la educación es tan importante, no recortemos en ella, e invirtamos e investiguemos y reformulemos el modelo que se nos esta ofreciendo en la actualidad.

3 comentarios:

  1. Un excelente artículo sobre un tema fundamental para la sociedad actual

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  2. Cómo decirlo Diego... cómo expresarlo. Lo intentaré en dos palabras: "Gracias" y "Lucha".

    Gracias. Soy profe, de esos que pasamos por tus días en el insti. Leer a un alumno universitario con reflexión y critica dentro del famoso "fracaso escolar" (que en realidad no es más que "fracaso social"), es motivo suficiente para que mañana madrugue (sí, los funcionarios madrugamos), vaya a trabajar (sí, los funcionarios trabajamos) y me esfuerce por hacerlo mejor (sí, los funcionarios nos esforzamos).

    Lucha. Que no te mientan. Y menos aún, no te creas sus mentiras. No somos lo que valemos, no valemos lo que tenemos. No existe más excelencia que la humildad de la dedicación diaria. La vida no es competición sino convivencia. No existe verdad absoluta ni mentira eterna. Somos mejores cuando "somos" y no cuando "soy". No caigas en la falacia de que el ser humano es egoísta y perverso por naturaleza. Nadie debería sentirse solo porque esté solo. No olvides que, "Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse" (G. García Márquez). Estudia, trabaja, se valiente, lee, viaja, pierde tus miedos... en definitiva lucha. Luchemos.

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  3. Qué gusto da leer tus palabras, Pablo, tanto como las de Diego. Me encanta la ilusión contagiosa que transmitís los dos. Un abrazo.

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