Redacción: Mariana Fernández (1º Bachillerato) y Laura Castro (profesora)
Fotografías: María Menchero (antigua alumna)
El pasado viernes, 8 de octubre, varios miembros de la redacción de esta revista asistimos a un reencuentro muy especial, tras casi dos años de pandemia o incluso algo más, pues ya sabemos cómo se demora el tiempo en esto de las quedadas de amigos. Mariana (1º de Bachillerato), María (antigua alumna) y yo quedamos para hacer un reportaje sobre un grupo de antiguos alumnos del IES Villa de Valdemoro que dejaron nuestro centro hace ahora unos diez años.
De camino a casa de Mariví, nuestro primer contacto, vamos concretando el objetivo de este reportaje tan especial. Queremos saber qué ha sido de este grupo de alumnos que sigue manteniendo la amistad tras tantos años fuera del instituto y cómo ha marcado su vida el paso por nuestro centro educativo.
Mariví nos recibe en su casa terminando de arreglarse para la cena y contesta a nuestras preguntas con el pintalabios en la mano. "Yo repetí 2º de la ESO. Era muy rebelde y siempre contestaba cuando los profesores eran injustos conmigo." En ese momento María, que acaba de dejar el instituto este año, se siente identificada, aunque nombra a su profesora "del alma", porque es la excepción dentro del claustro. Sin embargo, Mariví aclara: "Lo peor de ser rebelde es que, cuando quieres salir de ese papel, algunos profesores mantienen demasiado tiempo la imagen que tenían de ti y no te dan una nueva oportunidad. Pero tengo que reconocer que otros muchos sí que me la dieron." Mariví recuerda que tomó las riendas de sus estudios al llegar a 1º de Bachillerato y agradece el grupo de compañeros y profesores que tuvo a su lado esos años, porque han sido cruciales en su vida. "Me costó mucho, fue una verdadera superación, pero tuve la suerte de rodearme de buenas compañías y fui muy consciente de que, en el futuro, quería trabajar en algo que me gustara. De hecho, en la EVAU superé en dos puntos mi media de Bachillerato. Hice un gran esfuerzo y pude entrar en Ingeniería electrónica. ¡Ni yo misma podía creerlo!"
Después vinieron años de compaginar estudios y trabajo. Mariví no descansaba ni los fines de semana. Ha trabajado en varios locales de comida a domicilio y, al mismo tiempo, en el Punto de información de la universidad Carlos III. "La carrera la terminé hace ya unos años y desde entonces trabajo en mi sector." Está muy feliz y centrada en los nuevos proyectos que se le presentan en la empresa para la que está trabajando actualmente.
La hora se acerca y tenemos que recoger a otro miembro del grupo, así que Mariví nos lleva en su coche y nos encontramos a Peri, que se presta a contestar a nuestras preguntas. "¿Del instituto? sobre todo, recuerdo el Bachillerato. Fue la época que me marcó. De entonces conservo a mis amigos. Todavía no han podido "deshacerse" de mí." Mariana, María y yo vamos en el asiento trasero del coche y tomamos notas de lo que nos dicen. "Peri es ingeniero aeroespacial, era el que más estudiaba de la clase", nos explica Mariví, mientras Peri sonríe tímidamente. "Sí, no tuve malos resultados."
Llegamos al restaurante pisando fuerte. En el salón dos mesas con ocho personas cada una. Mariana y María se colocan en una mesa para entrevistar y hacer las fotos. Yo, en la otra, intento conseguir alguna anécdota suculenta del grupo, así que les pido que me expliquen lo que recuerdan del instituto. Estuvieron haciendo el bachillerato en el Villa entre 2008 y 2010. Eran de ciencias. "Los de Letras eran mucho más rebeldes que nosotros. Un día trajeron tres ratones para hacer una carrera y la liaron." No olvidan los nombres de los profesores y algunas anécdotas con ellos. "A mí es que me tenía manía la de Química", dice Huete. "Yo me la encontré en Sol. Estudié la misma especialidad que ella: Química orgánica", replica Juanlu.
Cada comentario incita a la risa y al recuerdo. Las horas de clase fueron muchas, pero sobrevive la anécdota y el resultado final que les abrió las puertas para entrar en la universidad y prepararse para la profesión que querían desarrollar. "Desde los ocho años tenía claro que quería ser arquitecto. Le decía a mi madre: "Quiero construir casa para los pobres", nos cuenta Diego. "Cuando terminé la carrera se produjeron una serie de "casualidades" que me dirigieron hacia el trabajo que yo quería. He tenido mucha suerte", explica Juanlu, y Humanes insiste: "Pero la mejor época para mí fue la del instituto. Es la que recuerdo con más cariño."