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domingo, 23 de enero de 2022

Los latidos de Zafyr

Por Natalia González Menchén

El general Eroth llegaba de la primera batalla que había librado en la recién comenzada guerra entre los reinos de Cyo y Atilia. Dicho evento comenzó por la confusión de la reina del primer territorio, Loren, al pensar que su mujer y reina de Atilia, Daliah, le había estado engañando con nuestro protagonista.

Daliah, totalmente enfadada y en plena cólera por sus acusaciones, declaró que los dos reinos serían enemigos hasta que su esposa no se retractara ante sus palabras.

Sin embargo, a Eroth no le importaba que su nombre estuviera manchado por esa absurda difamación, pues él sabía cuál era la verdad y a quién llevaba en su corazón. Sus pensamientos se dividían en dos mientras veía cómo su lejano hogar estaba más cerca de lo que él imaginaba. Poder ver a Zafyr después de estar fuera de casa durante unas semanas alegraba su frío corazón. Todo el mundo sabía que Zafyr era la única persona que se acercaba a Eroth sin temerle a su mal temperamento. Esto a él le hacía feliz, pues ella sabía ver que él no solo era distante con la gente, sino que le costaba confiar en los demás y tardaba un tiempo en cogerle cariño a las personas de su entorno.


Quitando eso, su mente también estaba dividida por las palabras que la reina Loren le había dirigido antes de salir de su reino. “La desgracia llegará a tu vida, espero que lo tengas presente”. ¿Era eso una especie de maldición, o simplemente había intentado meterle miedo? A Eroth no le gustaban las bromas, pero en ese momento era lo que más deseaba frente a esa declaración.

Al final, sonrió al ver que estaba delante de la entrada de su gran alcázar, el cual estaba lleno de magníficos árboles cubiertos de nieve ante la llegada del invierno.
Eroth empezó a caminar más deprisa; saber que encontraría a su amiga en el pequeño balcón que había en el árbol central de la parcela hacía que recordase la última conversación que mantuvieron los dos. Aún recordaba el tacto de sus pequeñas manos, las que sujetó con delicadeza aquella vez.