martes, 4 de marzo de 2025

Segundo encuentro del club de lectura de 1º y 2º ESO

Por Beatriz Rabadán Vela (2ºBE)

El pasado día 3 de febrero, varios alumnos de 1° y 2° de ESO acudieron al club de lectura en el que hablaron sobre el interesante libro El viejo y el mar, de Ernest Hemingway. Los alumnos y profesores asistentes intercambiaron opiniones sobre la lectura: destacaron como puntos positivos la bonita relación que se crea entre el protagonista y el niño. También coincidieron en la pena que les causaba el desenlace de la aventura, aunque es cierto que todos habían disfrutado con el libro, algunos incluso más que con el del primer trimestre. Para terminar, cada alumno llevó una deliciosa merienda para compartir entre todos. Fue muy divertido y productivo.



jueves, 27 de febrero de 2025

¿Damos a los cuidados paliativos la importancia que merecen?

Por Rebeca Abril Santos (1º Bachillerato).

Este texto ha pasado a la final de las olimpiadas filosóficas en la categoría de disertación.

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Cuando se diagnostica una enfermedad terminal, la medicina suele ofrecer dos opciones. Una es apostar por tratamientos agresivos, a menudo experimentales, arriesgados y con pocas probabilidades de éxito; la otra es acogerse a los cuidados paliativos.

Los cuidados paliativos se ofrecen a pacientes con una enfermedad terminal que ya no responde al tratamiento. Su objetivo es proporcionarles alivio para el dolor, sustituyendo el tratamiento de la enfermedad por uno de analgésicos, y apoyo psicológico para aceptar la muerte, así como ayudar a los allegados al paciente con el duelo. Por tanto, podemos decir que este tipo de atención sanitaria se basa en el alivio del sufrimiento del paciente, tanto físico como mental; los cuidados paliativos suponen una labor humanitaria y empática, y muy exigente. En palabras de la filósofa Victoria Camps, «cuidar implica desplegar una serie de actitudes que van más allá de realizar unas tareas concretas de vigilancia, asistencia, ayuda o control; el cuidado implica afecto, acompañamiento, cercanía, respeto, empatía con la persona a la que hay que cuidar.» Sobre esta definición, precisamente, se asientan los cuidados paliativos.

A muchos les parecerá atractiva, en teoría, la idea de este tipo de cuidados, por la gran ayuda que suponen para los moribundos al final de su vida. Pero lo cierto es que, cuando se les da a elegir entre una tratamiento agresivo —la mentalidad de luchar por la vida a toda costa— o cuidados paliativos —que conllevan aceptar la muerte—, la gran mayoría de pacientes terminales eligen la primera opción. ¿Es esta la mejor decisión? Desde el punto de vista del bienestar del paciente, la respuesta es, casi siempre, no, debido a las razones que se detallarán a continuación y que demuestran que los cuidados paliativos merecen una atención que actualmente no se les concede.

Para empezar, veamos un ejemplo. Pongamos que una persona joven padece de un cáncer de pulmón; aunque ha pasado por varios ciclos de quimioterapia, el cáncer no ha respondido al tratamiento, y además se ha extendido a otros órganos. En este punto, su médico le plantea dos alternativas: interrumpir el tratamiento y acogerse a una unidad de cuidados paliativos, o probar con otro experimental, muy agresivo y con dolorosos efectos secundarios.

El paciente es joven y (comprensiblemente) no quiere morir; no quiere renunciar a las promesas que le ofrecía la vida antes del cáncer. Dejar el tratamiento ¿no sería una renuncia?

¿Una derrota? Además, le han dicho que hay muy pocas posibilidades de que el tratamiento experimental funcione, pero no que no haya ninguna. ¿No va a morir de todas formas? ¿Qué pierde por intentarlo?

Con estos razonamientos, nuestro paciente decide probar el nuevo tratamiento. Y no solo no funciona, sino que también le provoca fuertes dolores y deteriora su cuerpo todavía más. Pasa la mayor parte del tiempo durmiendo y es incapaz de apreciar y disfrutar, en la medida de lo posible, el tiempo que le queda con sus seres queridos. Un par de meses después, el paciente muere. Y no ha tenido una buena muerte, ni mucho menos: sus últimos días han estado divididos entre la inconsciencia y el dolor. Para su familia, verle luchar contra su final, sintiéndose tan impotente, ha sido devastador.



¿Habría sido una mejor opción optar por los cuidados paliativos? Sin duda. Nuestro paciente se habría ahorrado muchos dolores y efectos secundarios, y habría recibido apoyo emocional para aceptar su muerte; habría pasado sus últimos días bien acompañado, y seguramente mucho más feliz.

Este ejemplo, que ilustra la importancia de los cuidados paliativos, puede dejarnos un mal sabor de boca. El paciente habría, habría, habría… El condicional expresa una oportunidad perdida, remordimientos y, sobre todo, lo inútil que parece ponerse a pensar en si tal o cual persona debería haber pedido cuidados paliativos.

Y, sin embargo, es necesario pensarlo. Son necesarios los remordimientos. Y es necesario que seamos conscientes de la gran ayuda que sería para los enfermos terminales y sus familias darles a los cuidados paliativos más importancia.

Para esto no basta con lo obvio, que es invertir más dinero o formar a más personal sanitario en el sector: hay que aprender a aceptar la muerte, un elemento fundamental en los cuidados paliativos.

En esta sociedad hay un arraigado rechazo hacia la idea de la muerte, hacia hablar de ella, aceptarla. Pero tal vez esto no debería ser así. Martin Heidegger dijo que «si tomo la muerte en mi vida, la reconozco y la afronto directamente, me liberaré de la ansiedad de la muerte y de la mezquindad de la vida, y solo entonces seré libre para convertirme en mí mismo.» Entonces ¿cómo van a entender y apreciar la vida aquellos que evitan pensar en la muerte, o la ven como un esqueleto encapuchado que amenaza el porvenir con una guadaña en la mano? Habría que tener en cuenta la definición del estoico Marco Aurelio: «¿Qué es la muerte? Porque si se la mira a ella exclusivamente y se abstraen, por división de su concepto, los fantasmas que la recubren, ya no sugerirá otra cosa sino que es obra de la naturaleza.»

De todos modos, puede que la gente joven y sana pueda apartar la muerte de sus pensamientos la mayor parte del tiempo, especialmente en el ajetreo de la vida actual. Pero para un enfermo terminal la muerte no es una posibilidad remota sobre la que ya meditará algún día, cuando sea anciano, ni está lo bastante lejos como para ignorarla; los enfermos terminales conviven con la idea de la muerte día y noche. Y aún así la mayoría de ellos no es capaz de aceptarla. Esta es la razón por la que tantas personas rechazan los cuidados paliativos: porque para recibirlos hay que firmar un impreso indicando que uno es consciente de que su enfermedad es terminal y que renuncia a la atención sanitaria que la trata.

Hace falta valor para firmar ese documento, un valor que pocos enfermos hallan sin ayuda. Es como un círculo vicioso: sin la ayuda de los cuidados paliativos rara vez hay valor para aceptar la muerte, y sin valor para aceptar la muerte no se suele acceder a los cuidados paliativos.

También hay que recalcar que, si no se les da la importancia necesaria a los cuidados paliativos, es en parte porque el sistema sanitario actual no tiene la actitud más adecuada respecto a ellos. Los médicos suelen ver la enfermedad como un problema que hay que resolver a toda costa; durante sus años de estudio no se les prepara para lidiar con una


enfermedad que no tiene remedio, y tampoco para reconocer en voz alta que a un paciente le quedan menos de seis meses de vida. Es más fácil hablar sobre un tratamiento experimental, o una nueva combinación de fármacos, que preguntarle al paciente si prefiere algún tanatorio en particular. No hay tantos médicos que quieran especializarse en cuidados paliativos; y, sin embargo, uno pensaría que la labor de la medicina debería llegar hasta la muerte del paciente, en vez de quedarse estancada en ese momento en el que el especialista —después de hablar de las radiografías y del TAC con tecnicismos huecos— consigue decir que lo siente y no hay nada que hacer. Como dijo Francias Bacon, «la función del médico es devolver la salud y mitigar los sentimientos y dolores, no solo en cuanto esa mitigación puede conducir a la curación, sino también en cuanto que puede procurar una eutanasia: una muerte tranquila y fácil. En nuestro tiempo los médicos abandonan a los enfermos cuando han llegado al final. [...] El médico debe estar junto al paciente, cuando se encuentra muriendo.» La doctora Elizabeth Kübler-Ross va más allá, diciedo que «quisiera asegurarles que estar sentado junto a la cabecera de los moribundos es un regalo, y que el morir no es necesariamente un asunto triste y terrible. Por el contrario, se pueden vivir cosas maravillosas y encontrar muchísima ternura.» Si esta visión fuera más habitual en el ámbito sanitario, los cuidados paliativos se tendrían mucho más en cuenta, y no solo como una gran ayuda para el paciente, sino también como una oportunidad de enriquecimiento para el personal sanitario.

De todo lo que se ha dicho hasta aquí se extrae que los cuidados paliativos están, desgraciadamente, infravalorados. Pero ¿qué hay de los inconvenientes? Nada es perfecto, y, por supuesto, los cuidados paliativos no son la excepción.

Probablemente el mayor argumento en su contra sea que traen consigo la pérdida de la esperanza de cura. Aunque apostar por los cuidados paliativos supone preocuparse sobre todo por el bienestar del paciente, toda elección conlleva una renuncia, y en este caso se trata de renunciar a la posibilidad de vencer la enfermedad, por mínima que sea. Se dice que la esperanza es lo último que se pierte; y cuando a un paciente se le presenta la opciónd e probar un tratamiento con pocas probablidades de éxito, lo que más llama su atención no es el 99% de probabilidad de que sea inútil, sino ese pequeño 1%, que le promete la curación. ¿Y si su caso es precisamente ese uno entre cien, o entre mil, en el que sí va a funcionar?

Es difícil renunciar a ese resquicio de esperanza, porque siempre cabe una mínima posibilidad. Pero ¿es aferrarse a esa posibilidad los más sabio? Puede que ocurra un milagro, pero ¿y si no, que además es lo más seguro? ¿Hay que sacrificar los últimos momentos de bienestar por una gota de esperanza?

Nietzsche escribió que «la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres.» En el área de los cuidados paliativos, esta afirmación resulta ser cierta en muchos casos. Los que renuncian a este tipo de cuidados por la esperanza de curarse renuncian también a una buena muerte y casi siempre acaban sufriendo muchísimo más.

Algo más en contra de los cuidados paliativos es el sentimiento de culpabilidad por «no haber hecho suficiente.» Suele afectar a los allegados al paciente, y hace que el duelo sea aún más difícil y doloroso. Pongámonos en el lugar del hijo de una paciente terminal que ha decidido


renunciar al tratamiento y acudir a una unidad de cuidados paliativos. No cabe duda de que ha sido una decisión difícil para esa paciente; y también es seguro que su hijo habrá pasado alguna noche —o muchas— preguntándose si es la decisión correcta, si no debería haberle insistido a su madre para que probase algo más antes de darse por vencida…

El remordimiento por no haber hecho algo más es un sentimiento terrible. Pero a veces es necesario distinguir entre cantidad y calidad. Tal vez se podrían haber hecho más cosas por un paciente, haberle sometido a más cirugías o tratamientos, pero ¿habría mejorado eso su calidad de vida durante el final? En la mayoría de los casos, no. El camino más seguro para tener —dentro de lo que cabe— un final feliz es aquel que no hay que recorrer en solitario. Aquel que está iluminado, pero que no niega las sombras. Aquel en el que el viajero está acompañado por personas que realmente se preocupan por él y su dolor, y que le darán consuelo hasta el final. Aquel camino, en definitiva, que ofrecen los cuidados paliativos.

Todo lo dicho anteriormente va encaminado a demostrar que los cuidados paliativos tienen mucha más importancia de la que se les da en la actualidad. Según Elizabeth Kübler-Ross, «morir no debe significar nunca padecer el dolor. En la actualidad la medicina cuenta con medios adecuados para impedir el sufrimiento de los enfermos moribundos. Si ellos no sufren, si están instalados cómodamente, si son cuidados con cariño y si se tiene el coraje de llevarlos a sus casas —a todos, en la medida de lo posible—, entonces nadie protestará frente a la muerte.» Este es el enfoque que le dan los cuidados paliativos al final de la vida. Aunque es duro mirar a la muerte a la cara, debemos recordar que no tenemos que hacerlo solos; y quien reúna sus fuerzas para pedir ayuda y aceptar la muerte descubrirá el valor del consejo de Marco Aurelio: «no desdeñes la muerte; antes bien, acógela gustosamente, en la convicción de que esta también es una de las cosas que la naturaleza quiere».

viernes, 7 de febrero de 2025

LA BIBLIOTECA DE ISABEL I: 'ESCAPE ROOM' EN CLASE DE LENGUA

Por Lucía Mozo Pascual (2º de Bachillerato).


“¡Hurtado de Mendoza, ha mucho que no os veía desde los funerales del ilustre Don Jorge Manrique! Pasad, por favor, diponed a vuestra familia alrededor de esta mesa”. Con estas palabras se invitaba a los alumnos de 3º de la ESO a entrar a la biblioteca. Un Escape room a luz de vela basado en las Coplas por la muerte de su padre, obra de Jorge Manrique, al que tuve el honor de asistir la semana pasada. El objetivo: devolver las coplas pérdidas del autor deduciendo la contraseña del criptex.
 



Los nobles estudiantes habían de conseguir abrir los tres cofres, descifrando sus respectivos códigos, para alcanzar la pista final que les daría la victoria frente al resto de sus compañeros. Con la ayuda de una luz ultravioleta (más de uno aprovechó para hacerse un tatuaje invisible) y lo aprendido en clase, iban superando grupo a grupo la prueba inicial. Esta consistía, según la mesa, en medir la métrica e identificar los tópicos literarios o el tipo de rima de una de las coplas de Manrique. Una vez descubierto el contenido de su interior, llegaba el último reto: diferenciar la obra de este autor de otras elegías pertenecientes a Lorca o Miguel Hernández. Cada mesa completada revelaba dos de las seis letras para resolver el criptex. Para mayor dificultad, no estaban ordenadas, siendo la estructura de su poemario, dividido en los temas muerte, pasado y elegía a su padre; su único guía entre las tinieblas.
 




Carlos Jiménez, profesor de Lengua y Teatro, es quien ha organizado este nuevo método de aprendizaje. No es la primera vez que lleva su idea a cabo en este centro, nos cuenta. “Es una actividad que me propuso el Departamento de Lengua realizar este curso porque es como a mí me gusta enseñar la literatura (...) Es una manera de repasar los contenidos que han aprendido de Manrique y de sus coplas y de que se involucren”. Aprovechando que durante dicha semana no podían avanzar temario, pues la mayoría de alumnos de 3º se encontraban en Dublín, ha sido una forma interactiva y entretenida de revivir el temario. Nos menciona también que, el noviembre pasado, tuvo el placer de ejecutar otra interpretación ambientada en la época de los juglares junto a su compañera Marian. Está claro que esta no será la última.



 
En definitiva, los alumnos han disfrutado un montón con esta actividad, además de estar listos para próximos exámenes de Lengua y haber ganado como recompensa unas monedas de chocolate, que nunca están de más. Estaremos atentos a nuevos escape rooms que, sin duda, nos harán viajar al pasado y acercarnos a sus pintorescos personajes una vez más.



martes, 26 de noviembre de 2024

LOS ALUMNOS DE 1º DE BACHILLERATO REALIZAN UNA ACTIVIDAD LITERARIA


Por Erin Gallego y Alexandra Gradinaru (3ºE ESO).


El lunes 18 de noviembre los alumnos de 1º de Bachillerato realizaron un concurso sobre El libro del Buen Amor, una idea original del profesor Carlos Jiménez. Esta actividad se llevó a cabo en la biblioteca del IES Villa de Valdemoro.

Los profesores de Lengua, Carlos Jiménez y Marian Tirado, hicieron de juglares que recitaban en verso y en prosa las preguntas del juego y los acontecimientos del libro. Los alumnos se dividieron en cinco grupos: Benedictinos, Franciscanos, Agustinos, Jesuitas y Dominicos.

Mediante un dado (que indicaba el número de la pregunta), tuvieron que responder a cuestiones objetivas del libro del que habían hablado en clase y que ahora veían representado. Antes de su respuesta, los juglares recitaban un fragmento de El libro del Buen Amor en cuaderna vía (manteniendo así el verso original, pero adaptado para que se entendiera bien) para darles una pista.

Además, hubo partes en las que algunos equipos salieron para representar escenas u otros grupos que perdieron vidas, turnos e incluso tuvieron que retroceder casillas.

Los alumnos tenían que mantener los grupos donde se habían sentado al principio del juego, y cada equipo tenía que elegir un portavoz, que sería la persona que diría las respuestas en alto.

Antes de finalizar la actividad y declarar a los ganadores, todos los grupos tuvieron que hacer un resumen del libro y de las cuestiones antes planteadas.

Los ganadores resultaron ser los Agustinos, que ganaron 0.5 más en la nota final de lengua y el resto como lo hicieron también muy bien obtuvieron el segundo premio, un 0.25 en la nota final.



martes, 19 de noviembre de 2024

PRIMER Y ESPERADO ENCUENTRO DEL CLUB DE LECTURA DE 1º y 2º ESO



Por Sergio Martínez, Camila Morales, Andrés Pintado y Beatriz Rabadán (2ºB de ESO)

El pasado lunes 11 de noviembre, tuvo lugar en la sala de usos múltiples la primera sesión del club de lectura de 1º y 2º ESO del IES Villa. En este encuentro, se habló sobre el libro La isla del tesoro, del conocido autor Robert Louis Stevenson. Asistieron varios alumnos tanto de primero como de segundo de la ESO así, como algunos profesores de Lengua.

Los alumnos comentaron sus impresiones sobre el libro y reflexionaron sobre algunos de los temas de los que tratan, tras ver una presentación sobre el mismo. El ambiente fue tranquilo, acogedor y agradable. Como curiosidad, asistieron más alumnos de 1º que de 2º.

Después del coloquio, los asistentes pudieron disfrutar de una rica merienda que aportaron entre todos los participantes.

Esperamos veros en la próxima reunión en la que hablaremos del libro El viejo y el mar, que tendrá lugar el próximo 3 de febrero a las 17:00 horas. ¡Animaos!





viernes, 20 de septiembre de 2024

¡VUELTA A CLASE! BIENVENIDA A 1º ESO

Por Sofía Morales (2º Bachillerato).


Se cumple algo más de una semana desde que empezaron las clases. Los nuevos alumnos de 1º de ESO entraron por las puertas de la que va a ser su casa durante los próximos años. Fueron recibidos en la puerta del gimnasio por sus tutores y los alumnos ayudantes, que se ofrecieron a enseñarles el centro. 

Primero, hicieron una dinámica para conocerse y, después, fueron a dar un tour por el centro. Vieron la biblioteca, el pasillo de jefatura, los edificios y su clase de referencia, donde su tutor y los alumnos les explicaron las principales normas y todo lo que necesitan saber para el nuevo curso. 

Un curso al que deben enfrentarse sin miedo y con muchas ganas. 

¡Un nuevo reto y etapa que se abre en sus vidas!


lunes, 1 de julio de 2024

UNA INICIATIVA "DRAMÁTICA" ENTRE COMPAÑEROS

Por Lucía Mozo Pascual (1ºBachillerato).


Hace dos semanas, tuve el placer de entrevistar a Carlos Jiménez, profesor de Lengua y Literatura y fundador del grupo de teatro de profesores. Muchos lo conocerán por haber sido docente el año pasado en nuestro centro, al cual espera poder volver durante el próximo curso escolar. Este encuentro tiene su origen a partir de la interpretación de una versión editada de Maribel y la extraña familia por dicho grupo de profesores el día 11 de mayo, a la cual tuve el deleite de acudir.



Fotografía del entrevistado, Carlos Jiménez


La obra de Miguel Mihura fue modificada con el propósito de adaptarla a la época contemporánea. “Cuando les propuse modernizarla y traerla a nuestra época, les parecía un poco increíble”, confiesa. Al fin y al cabo, se trataba de un trasvase a la sociedad actual de una familia conservadora de 1950. En cambio, la crítica a las apariencias y la represión de Maribel de mostrar su verdadero yo, se mostraron a la perfección en esta nueva versión.

La trama gira en torno a Maribel, una mujer que trabaja en un burdel para pagar la renta de su cuarto. Un día conoce en un bar a Marcelino, un joven cándido y burgués que se aloja con su tía Paula y su madre Matilde en una antigua casa de Madrid. La vida de Maribel cambiará estrepitosamente desde el momento en que Marcelino, ingenuo sobre la posición de la chica a la que ama, la invita a su hogar con la oculta intención de presentarla a su familia. Acompañada por sus tres amigas, Rufi, Pili y Nini; todo se rodeará de misterio, paranoia y, para el público, de momentos la mar de cómicos.
 



Cartel promocional de la obra junto con el reparto


Según nos cuenta su director, estuvieron un total de 30 horas preparando la interpretación entre las séptimas horas de los jueves y los ensayos generales, que alargaban las reuniones hasta las seis de la tarde; todo esto sin tener en cuenta todo el trabajo individual en el que cada uno de los actores empleó su tiempo y dedicación detrás de bastidores. 

“Para que te hagas una idea, en una obra de teatro se dice que el mínimo de ensayos tiene que ser de 100 horas en una obra completa de una hora y media”, me explica cuando comparto mi sorpresa ante la duración de su representación (2 horas y 30 minutos). En un principio, asegura, iban a volver a repetir la obra del año pasado, de la cual sólo se hizo publicidad a los alumnos de 2º de Bachillerato por un problema de autocensura por escenas eróticas. Sin embargo, debido a la sustitución inesperada de algunos actores, no pudo llevarse a cabo. Así fue como comenzaron con Maribel y la extraña familia en enero, a contrarreloj y con un reparto muy ajustado. En lo referente a la selección de la obra, fue escogida de manera democrática tras un trabajo de investigación que Carlos emprendió en octubre. Buscó obras que se pudieran adaptar bien al reparto del que disponían, en el cual las mujeres poseían un papel fundamental, siendo el marido de una compañera al que le pidieron el favor a última hora y él las únicas figuras masculinas.






Distintas imágenes de la representación.

Preguntándole sobre los comienzos del grupo de teatro, nos cuenta que fue una idea que surgió a partir de una conversación que tuvo con el director, Ismael, aunque este afirma que no se acuerda. Colgando un cartel en la sala de profesores hace dos años, esta motivación de unir a docentes aficionados del teatro salió adelante exitosamente. El compromiso de sus participantes y el buen ambiente entre ellos han sido clave para ello. Por el momento, hacen teatro usando textos ya escritos como base, aunque también se plantean la posibilidad de hacer improvisación en un futuro. Añade que fue él quién les dirigió hacia la comedia, pues era la opción fácil para empezar, sobre todo porque es más sencillo incluir posibles errores durante la escena.

Centrándonos un poco más en él, declara que cuando empezó a estudiar arte dramático “tenía la espina” de dirigir más que de actuar, interesándose por crear arte propio e, incluso, planteándose hacer montajes y dedicarse al mundo del espectáculo. Durante este proceso, se dio cuenta de que el mundo literario le llamaba la atención, metiéndose de lleno en él años más tarde. Visualizando las salidas, tenía dos opciones: ser profesor de la ESO o de universidad. La mayor desventaja de esta última, la cual consiste en pasar primero por un puesto de profesor asociado muy mal recompensado socialmente, más su agrado por trabajar con adolescentes, le dirigió hasta donde se encuentra actualmente; un instituto de Pinto, su pueblo. Destaca, además, su afabilidad por la relación entre alumnos y profesores en el IES Villa de Valdemoro. “Aquí el alumnado sois muy entrañable, tenéis buena relación con el profesorado. Cuando es un instituto más formal, lo notas. No noto falta de respeto, sino una familiaridad”. Parece ser que ha sido docente en institutos en los que los alumnos ni le saludaban por los pasillos, algo que él echaba en falta.

Como todo artista, también tiene sus referentes artísticos. “Te influyen un montón. El problema, luego, es que no te acuerdas exactamente quién te ha inspirado. Es muy desagradecida la escritura en ese sentido. Tú te pones a escribir y ya piensas que es todo tuyo, y realmente no. Realmente, lleva la huella de muchos otros”. Empezando su interés en la escritura dramática y poética con Lorca, pasó por la intelectualidad y literalidad de Valle-Inclán, el distanciamiento característico de Brecht, del cual se pueden observar pinceladas en la adaptación de Maribel y la extraña familia; Francisco Nieva y, claramente, al propio Miguel Mihura. Se puede distinguir, entonces, su atracción por el teatro y la poesía. “La poesía para mí se escribe sola porque es un vómito emocional. En el momento en el que surge estás tan emocionado con lo que quieres decir que sale”, responde cuando le cuestiono sobre el estancamiento que muchos autores han padecido, y eso que tuvo un descanso de la escritura durante su carrera de Psicología. “En el teatro es darle tiempo, porque muchas veces empiezas imaginándote la obra de una manera y, según va pasando el tiempo, vas escribiendo apuntes (...). Hay muchas maneras de escribir”.

Profundizamos en otros temas, y uno de ellos es la manera en la que las IA afectan, hoy, a la percepción del arte. Según me explica, todo comenzó con La Vanguardia, la cual puso su interés en esa combinatoria aleatoria que crea arte sin la necesidad de existir un ser humano detrás del procesamiento. En cambio, la realidad es que, por muy novedosa que sea, el arte que triunfa dentro de este diario es aquel que posee el sentimiento, impulso, dramatismo y expresionismo de un artista vivo. “La IA puede incluso imitar el estilo de un poeta, pero no llega a tener esa profundidad, esa vida. Es algo humano (...) He visto ejercicios y publicaciones de IA y veo esa falta de que no han vivido una experiencia, de que no están contando lo que sienten. En algunos artistas también se ve”. Curiosamente, los concursos de poesía y relatos de nuestro centro tienen unas pautas muy específicas para evitar que sean utilizadas deliberadamente. Como ejemplo, menciona que Lorca ni se plantearía reflejar la angustia del amor en perder el autobús. “(...) La lección es ridícula, no tiene gusto. Te coge cualquier cosa”.

Seguimos desarrollando el debate sobre el futuro del arte desde la perspectiva de la generación del alumnado de nuestro curso, quienes buscamos una estabilidad laboral y unos estudios “con salidas”. Por dicho motivo, meterse a carreras ajenas a ciencias puras, en especial Bachillerato de Artes, se nos presenta como una decisión de riesgo que podría conllevarnos a acabar “viviendo bajo un puente”. Argumenta que tal vez ellos, que han experimentado la crisis económica del 2008, nos han protegido demasiado, aumentando aún más el sentimiento de incertidumbre que nos consume. “Cuando salimos de estudiar las carreras, nos encontramos con una época de desolación total desde el ámbito laboral y entonces era muy difícil encontrar el trabajo que querías”. No niega, sin embargo, que se estén equivocando con esta actitud, pues “luego pasan los años y te das cuenta de que no estás haciendo lo que te gustaría hacer y de que, a lo mejor, tendría que darle una segunda oportunidad para hacer lo que quieres realmente”. Ambos llegamos al mismo desenlace: el sistema educativo es muy cerrado. Nadie, haga la rama que haga, se escapa de una asignatura que se le atraganta. En cambio, reitera, existen alternativas. “He tenido también una vocación científica hacia la Psicología y me puse a estudiar la carrera. Lo pude hacer en un sitio donde no hay competencia, que es en la UNED”. Sostiene que no lo recomienda para personas de 18 años, ya que carece de la parte social; a pesar de ser más barato. “Te vas abriendo puertas y, más o menos, hasta los 28 años realmente no decides dónde te quieres situar laboralmente, y luego incluso puedes cambiar. Yo he tenido hace nada una caída del árbol de decir que tendría que cambiarme a hacer algo más artístico y dejar de buscar tanta estabilidad. Soy feliz dando clases”. 

Finalizamos comentando que, en la época de sus padres y de nuestros abuelos, lo suyo era hacerse todos universitarios, siempre y cuando tuvieran los recursos necesarios y no tuvieran que ponerse a trabajar a temprana edad para ayudar a sus familias. Afortunadamente, ahora se están abriendo la mente a otras posibilidades. A fin de cuentas, a diferencia de lo que muchos piensan, la universidad no te garantiza un trabajo fijo. Esto no quita que las generaciones pasadas sean, ni mucho menos, menos cultas. “Saben más nuestros abuelos de un huerto ecológico que nosotros”.

Ni cabe mencionar que este proyecto, uno que nació producto del azar y sigue floreciendo con tonalidades más vivas que grises, es una victoria más para el mundo del teatro. Estaremos esperando pacientemente al año que viene para divertirnos entre profesores, alumnos, familiares y amigos una vez más.