Beatriz del Río, en el centro de la imagen, durante la lectura del discurso. |
Buenas tardes a todos, chicos, familias, amigos y compañeros.
Cada año, al llegar el mes de mayo y completar otro intenso 2º de bachillerato, me pregunto qué quedará de este curso, de estos años; del ahora, de este momento apenas convertido ya en pasado, que diría el poeta. De un nosotros tan cierto, tan perfilado hoy -seguramente tan difuso o edulcorado por el barniz de la memoria en unos meses-, se engarzan en mi mente mil recuerdos como cuentas de un collar sentimental de vuestra promoción: aquellos lejanos días de marzo del 2013 en Portugal con la música de Joao en el autobús o las expediciones nocturnas sorteando la vigilancia de Ángel Nebreda, el extraño suceso del secuestro de la nona en Italia hace casi un año; las sonrisas anchas de nuestros álvaros, los momentos trópicos de Nahiara, el buen hacer de nuestras miriam, las difíciles babas del diablo de Cortázar, los llantos antes, durante y después de cada examen, los “¡Ay, Beatriz!”... Y las matemáticas; sobre todo, las matemáticas.
Resulta injusto resumir en unas líneas estos años de instituto, porque son tremendamente valiosos: cincelan el carácter, presentan expectativas, construyen amistades y esquivan obstáculos. Os hacen crecer.
Muchos de vosotros llegasteis al centro en 1º de ESO con mochilas cargaditas de libros, miedos, ilusiones y deseos de libertad. No veníais solos, ¡no!, aquellas enormes mochilas venían acompañadas de unos padres asustados por la adolescencia que bramaba por salir y por un instituto demasiado grande que, tal vez, ocultaba entre sus filas algún lobo feroz, muchos piratas o unos cuantos maleantes. Pasaron los temores, os hicisteis hueco entre las aulas y acumulasteis a lo largo de la ESO más de un anécdota desternillante y, con suerte, algún romance de película.
En el bachillerato aparecieron nuevos compañeros, nuevos temores, nuevas asignaturas, nuevas anécdotas y, con suerte, nuevos romances de película…
No sé si se han cumplido esos anhelos de los primeros días; me gustaría pensar que sí, que son más los deseos satisfechos que las frustraciones acumuladas. Sigo sin saber qué quedará de este curso, de este momento apenas convertido ya en pasado; quisiera creer que con el tiempo no solo permanecerá un título conseguido con esfuerzo y condenado al olvido, o una serie de conocimientos constreñidos en materias dispares. Dejadme soñar si peco de ingenua o ambiciosa: mi deseo es que os llevéis del Villa la sensación de que todos hemos contribuido -junto con vuestras familias- a que seáis los hombres y mujeres libres, biempensantes y felices que tanto necesitamos; mi deseo es que la formación que aquí habéis recibido os haya dado las herramientas necesarias para vivir dichosos con honestidad y autonomía.
Decía Bertrand Russel que "el rasgo más universal y distintivo de las personas felices es el entusiasmo".
Ahí tenéis la receta: buscad la libertad, elegid con independencia y entusiasmaos con todo lo que hagáis.
"Cada uno es artífice de su ventura", replicó don Quijote a Sancho Panza cuando tachaba a la Fortuna de mujer borracha, antojadiza y ciega. La vuestra no es una excepción, no os saldrá al encuentro caprichoso ni aparecerá por azar. Esa es la tarea: trabajar la felicidad como un artesano que mima su obra, se complace en ella y la repara si es menester.
¡Suerte, chicos! Ha sido una delicia compartir con vosotros estos años.
Muchas gracias.
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Beatriz del Río, tutora de 2ºDB y jefa del Departamento de Lengua Castellana.
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