domingo, 6 de mayo de 2018

I Concurso de Relatos Pedro Antonio de Alarcón. Curso 2017-18


El pasado 25 de abril se anunciaron los nombres de los ganadores del I Concurso de Relatos Pedro Antonio de Alarcón, organizado por el Departamento de Lengua del IES Villa de Valdemoro con la colaboración del Concejalía de Educación del Ayuntamiento de la localidad.
El certamen estaba destinado a todos los alumnos de la población que cursaran 3º y 4º de ESO, Bachillerato y ciclos formativos.

Los agraciados fueron los siguientes:
  • PRIMER PREMIO:  Mario Miguel Hernández Soria, alumno de 1º de Bachillerato del IES Villa de Valdemoro, con su relato El segundero. Un miembro del jurado, novelista y cuentista ganador de numerosos premios literarios de narrativa, ha valorado la “gran originalidad del relato, a pesar de estar inspirado en una película, así como su pulcra redacción”.
  • ACCÉSIT: Yennifer María Reyes Rodríguez, alumna de 4º ESO del IES Villa de Valdemoro), con el relato Desasosiego. 


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A continuación se reproducen los textos de los relatos ganadores:

EL SEGUNDERO 

A pesar de la costumbre vital de Arturo Miracielos de hacer de su vida un resumen de comentarios ajenos (normalmente basados en símiles de reloj), este adquiría un momento lúcido al día. Su horario en aquella casa de dementes, donde muy probablemente iba a perder su vida, era el siguiente: despertábase eufórico, encorvado y con el antebrazo haciendo de metrónomo; no solo hacía el ruido del reloj, poco a poco se convertiría en uno. A medida que pasaba su día y se aproximaba el horario vespertino, Arturo hacía sus segundos, minutos y horas cada vez más largos (como es lógico, hubo quejas, ya que se le empezó a utilizar como el reloj principal del manicomio, y este no cumplía su función a cierta hora), hasta llegar a su despertar; a las nueve en punto. A partir de ese momento, Miracielos se convertía en una persona totalmente dotada de sentido, incluso hablaba con los loqueros que, lejos de querer mantenerle como una persona cuerda, lo que intentaban era volver a dársela (la cuerda, cómo no). Afortunadamente para los dementes más puntuales, el reloj volvería a ponerse en marcha en torno a la una.

Arturo, objeto de burla al principio, fue convirtiéndose en una figura que daba monotonía y seguridad al lugar. Los trastornos de los pacientes se hacían menores a su lado, y estos, junto con los médicos, añoraban su exactitud cuando el reloj convertía su lengua de segundero en una de queja, réplica y súplica.

Cada día que pasaba despertaba más tarde, y él, consciente de ello, aguardaba ya su final como persona de razón para siempre.

Pasado ya un tiempo y con poco más de media hora en su irónico reloj de vida, aquel que se dedicaba a limpiar la estancia se le acercó de buena gana en su momento lúcido, que más bien, por desesperación de Arturo, parecía el oscuro ocaso de sus días.

“¿Y a ti qué te pasó?”, preguntó el de la limpieza.

“Antes lo contaba a gritos, ahora solo pienso si merecía la pena su belleza.”

“Así que una mujer…”

“El marido entró como una fiera en la habitación; su esposa y yo teníamos fe en su lejanía, pero, ante la denuncia del portero, este subió como un demonio.”

“¿Qué pasó?”

“Me tuve que meter en su reloj de pared para poder escaquearme… Una vez allí, tuve que fingir sonoramente un segundero para que él pudiera conciliar el sueño y que no me lo hiciera conciliar a mí. Una noche marcó el resto.”

“¿Mereció la pena?”

“Tenías que haberla visto: emperifollada hasta el punto de que el pavo real es sobrio.”

(Inspirado en Tic… Tac…)


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DESASOSIEGO 

Nos hemos visto las caras decenas de veces. Y sólo cuando sostengo una inyección dirigida a tu yugular te inclinas a saludarme. Eres un desgraciado. Estos dos años pudriéndome por dentro para salvarte del testamento de tu jefe, revolcándome por el piso como una don nadie, y todo esto para que me humilles. ¿Crees que no sé lo que pasa? Tampoco soy tan tonta como para no darme cuenta. Debí haberlo sabido antes. ¿Cómo enamorarme de un hipócrita como tú? (Entre lágrimas, la actriz se clava así misma la aguja mientras cae el telón). Al terminar la obra, los actores se besan apasionadamente.

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