martes, 20 de mayo de 2014

Concurso de relatos 1º y 2º de ESO: Ángela Quero

TEXTOS PREMIADOS EN LOS CONCURSOS DE RELATOS 2014

DÍA DEL LIBRO-2014. CONCURSO DE RELATOS 1º Y 2º ESO

Los relatos, elaborados por los alumnos durante una sesión lectiva, no podía superar las dos caras comenzaba por el siguiente microcuento del escritor argentino Adolfo Bioy Casares:
La cocinera dijo que no se casó porque no tuvo tiempo. Cuando era joven trabajaba con una familia que le permitía salir dos horas cada quince días, Esas dos horas las empleaba en ir en el tranvía 38, hasta la casa de unos parientes, a ver si habían llegado cartas de España, y volver en el tranvía 38. 

Resultaron ganadoras dos alumnas ex aequo: Ángela Quero Prieto (2ºAE) y Paula Cano Ruiz (2ºDE). Se concedieron dos accésit a José Miguel Rodríguez García (1ºAE) y a Daniel Veleda Delgado (1ºCE).








RELATO DE ÁNGELA QUERO PRIETO. 2ºAE.

                              Pensamientos y reflexiones en el 38
La cocinera dijo que no se casó porque no tuvo tiempo. Cuando era joven trabajaba con una familia que le permitía salir dos horas cada quince días, Esas dos horas las empleaba en ir en el tranvía 38, hasta la casa de unos parientes, a ver si habían llegado cartas de España, y volver en el tranvía 38.
¡Ah! El tranvía 38… un tranvía que albergaba todo tipo de sorpresas para la cocinera.
Desde muy pequeña, ella viajaba en ese silencioso tren unas cinco veces por semana.
Él siempre estuvo allí, esperándola.
Pasaba el tiempo y rondaba por los oscuros e inhóspitos vagones, esos que la habían acompañado en sus aventuras reflexivas, sus pensamientos muertos y nunca imaginados.
Todas las mañanas, ella aún joven de pensamiento supuestamente inocente, se montaba en este conjunto de vagones, esperanzada de poder encontrarse con ese ‘Alguien’.
Esta persona nunca dijo su nombre, por lo que ella le denominó ‘Alguien’.
Alguien llegaba unos minutos más tarde que ella, pero siempre traía consigo un libro.
Hubo una vez que le mostró De profundis de Óscar Wilde. Se lo regaló. Le dijo que lo trajese siempre en su regazo y que lo guardase ansiadamente hasta llegar el día de la apertura.
Cada vez que andaban por cualquier vagón, iban descubriéndose mutuamente.
Se lo contaban todo, sus vidas, sus familiares, sus amigos, sus respectivos amores.
Pero ella no sabía que todos sus pensamientos desenterraban citas. Una hora, una cita dirigida hacia Alguien.
Pasando por los más grandes filósofos hasta actrices como Audrey Hepburn, víctimas de la fama y del dinero.
Un día le contó a Alguien que quería parecerse a ella; añoraba su físico y su personalidad tan característica.
La ansiosa cocinera le preguntaba cada día quién era mejor, si Audrey o ella.
Alguien le contestó: ‘No importa. Yo pienso que dentro de la imperfección del ser humano, como nosotros, siempre hay una pizca, un pellizco, una parte pequeñísima de perfección.
No te preocupes, pequeña, que esos aterradores pensamientos, quedarán desterrados de tu mente’.
Ella se encogía de hombres y se  cercioraba  de esa parte de perfección.
Pasaron los días y Alguien seguía allí, con ella.
Una semana normal, común, apareció un anciano.
Este anciano, de aspecto mugriento y huesos desgastados, observaba a aquellos jóvenes desde la lejanía.
A este se le cayó una carta al suelo.
Alguien lo recogió.
La carta decía así:
Queridos jóvenes:
No os rindáis nunca. Seguid pensando y reflexionando con anhelo.
Seguid riendo.
Seguid soñando.
Seguid creciendo.
Seguid demostrándoos vuestro amor.
El vuestro no es un amor normal.
Todos lo calificarían como raro.
Vosotros, de mente bonita e impecable de realidad, lo denominaréis único.
Pero, sobre todo.
Seguid siendo vosotros.
                                                           Atentamente, El Viejo del 38.

Actualmente, la cocinera escribía y escribía con afán.
Todos los pensamientos de Alguien y, cómo no, De profundis, le transmitían cariño.
Y como le decía ‘El Viejo del 38’ siguió siendo ella. Pero sin Alguien.
 

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