Las alumnas Elena Lorenzo y Lucía Mozo consiguieron el Premio de Poesía de 1º y 2º de ESO.
En la categoría de alumnos a partir de 3º de ESO, el ganador fue David Villarroya, alumno de 1º D de Bachillerato.
Aquí tenéis sus estupendos poemas:
Vuelo
Me caigo al suelo sin saber quien soy
con un impulso intento subir.
Una frase,
tres palabras
son las que te hacen falta para verme sufrir.
Vuelvo a caer y me quedo donde estoy.
Leo tus labios pero no los entiendo.
Sigo sin saber si soy consciente de mi cuerpo,
de mi dolor, de mi sufrimiento.
Oigo tu voz más cerca y lo intento
levanto los pies del suelo y vuelo
Un soplido emites y me quejo
las alas falsas me fallan y choco contra el suelo.
Tras un rato ya sé quien soy
y no me impulso para intentar subir.
Tus palabras ya las entiendo,
jamás me volverás a ver sufrir.
Elena Lorenzo (2ºD ESO)
El cuervo, el ruiseñor y el petirrojo.
Tememos al bosque oscuro
por culpa del árbol caído,
aquel ser inmenso y puro
que moldea nuestro camino.
Una niña destartalada
largo pelo y sucio ropaje,
se aventura en esta escarpada
comenzando así el gran viaje.
Al llegar al lugar inmortal
un graznido rompe el silencio,
- ¡Oh querido cuervo ancestral
dime cómo llegar al sendero!
Sin aviso encima se lanza
mostrando su poca elegancia,
la niña tan magullada
decide volver a su casa.
Al volver la chiquilla encuentra
un ave cantando en su nido,
- ¡Oh bello ruiseñor crecido
enseña el rumbo a una sirvienta!
Este arroja una mirada fría
la ignora sin añadir nada,
la niña más entristecida
decide volver a su casa.
EL CAMINO HACIA LA LIBERTAD
¿Quién acarició tu rostro herido pero determinado
al lado de los riachuelos,
al lado de las grandes rocas?
¿Quién abrazó tu alma noble y cansada
en los más profundos sueños,
en lo alto de los cielos?
Querido amigo, te llevo de la mano
hacia la noche en la que brillan las linternas
para contarte una historia de sueños y libertad;
la forma de encontrar tu identidad.
Los cauces de la vida solo fluyen hacia adelante.
Cada día, un niño avanza dando tumbos.
Cada día, un arroyo desemboca en el mar.
Y el niño, que vacilante iba,
siguió así toda una vida.
¡Oh gente humana, para volar nacida!
¿por qué al menor soplo caes vencida?
Si tan solo el fresco aliento del valor os inspira,
no dudéis, poned en el cielo vuestra mira
y luchad por lo que creéis justo en esta vida.
Cuando las estrellas del cielo se extingan,
todos los cauces y todos los sueños
desembocarán en el mismo océano.
En ese momento nos volveremos a ver.
Rayla Hernández.
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