miércoles, 8 de diciembre de 2021

Un día en silla de ruedas


Me llamo Mariana y soy alumna de 3º ESO. Hoy, 3 de diciembre, he pasado el día entero en la piel de un discapacitado. La actividad en la que he participado, organizada por el Equipo de Convivencia del instituto, consistía en vivir la experiencia de utilizar durante toda la jornada en el instituto una silla de ruedas, sin poder levantarme en ningún momento. Al principio pensé que iba a ser fácil, pero conforme pasaba el tiempo me di cuenta de que era todo lo contrario. Ir en silla de ruedas es muy complicado. La primera dificultad fue intentar entrar en mi clase y ponerme enfrente de la mesa para poder mirar a la pizarra. Como el espacio es tan pequeño la silla no cabe. Finalmente lo conseguí, eso sí, con ayuda.

También se me hizo un poco aburrido tener que estar cogiendo ascensores para bajar y subir. Estoy en la segunda planta de uno de los edificios del centro educativo, así que tengo que coger un ascensor para bajar, por lo que una compañera mía tenía que ir a conserjería a pedir la llave. En una asignatura optativa tengo que trasladarme a la primera planta de otro edificio diferente, por lo que tuve que cruzar todo el patio y después coger otro ascensor para subir a la planta que me correspondía. En uno de estos ascensores hay un problema añadido, la plataforma del ascensor está más elevada que el suelo del pasillo del edificio, de manera que se forma un pequeño escalón. La dificultad consistía que, al intentar entrar en el ascensor, la rueda se atascaba y no podía subir. Al final tuvieron que ayudarme. Afortunadamente, el otro ascensor es mucho más cómodo, ya que carece de esos obstáculos, y es mucho más plano. Además, no es necesario usar llave, por lo que es más fácil y rápido llegar a las clases.

Yo tengo clase habitualmente en un aula del edificio denominado B, y el ascensor está en el edificio de al lado, al que denominamos C. A estos edificios los separan dos puertas, que se abren hacia la misma dirección. Cuando voy en la silla hacia el edificio C, es fácil porque mi compañera puede abrir la puerta y después yo la atravieso sin dificultad. Mientras que, cuando voy en dirección al edificio B, me tienen que abrir la puerta desde dentro, y yo retroceder con la silla para después poder pasar y que no me den con la puerta. Esto que parece no tener mucha importancia dificulta mucho la movilidad para una persona en silla de ruedas. 

En definitiva, es muy complicado vivir en tu día a día en estas condiciones y pienso que habría que tomar medidas para facilitar la movilidad por el instituto, en el caso de que hubiera algún alumno en silla de ruedas. Antes no tenía ni idea de lo que sufren las personas con discapacidad para moverse; ahora, después de pasar un solo día en su circunstancia, les entiendo mucho mejor. Es muy duro tener que estar todo el tiempo sentado en esa silla sin poder desplazarse con normalidad ni hacer prácticamente nada por ti mismo. Deberíamos valorar más nuestras posibilidades y pensar en las dificultades que tienen que superar otras personas, porque todos podemos encontrarnos algún día en una situación de discapacidad. ¡Solo hay que intentar ponerse en la piel de los demás!


Redacción: Carla Gordo Cillán (3ºESO)
Protagonista: Mariana Del Valle López-Contreras (3º ESO)

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