El martes 8 de febrero, los alumnos de 1º de Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales tuvimos la oportunidad de asistir a una charla con el periodista Carlos Marcía Barber, quien nos enseñó qué son las fake news y cómo identificarlas.
Las fake news o noticias falsas son un problema al que todos nos enfrentamos cada día. Este se vuelve cada vez más preocupante, debido a la facilidad de comunicación que existe actualmente. Si bien esto puede ser algo positivo en muchos aspectos, ha agravado el problema de las noticias falsas, ya que facilita la difusión de las mismas, las cuales pueden provocar malentendidos o desinformación. Esta cuestión, según las estadísticas, preocupa mayoritariamente a la comunidad adolescente.
Sin embargo, el concepto que tenemos de estas es erróneo. “Una de las cosas más sorprendentes que han logrado las 'fake news' es hacernos creer que existen, debido a que la esencia de una noticia es la verdad; por lo tanto, lo que no es verdad no puede ser noticia”, nos explica Maciá. Y es que en realidad este término es un medio político para difamar el nombre de los periodistas, pues, desde el comienzo de las sociedades, siempre se ha preferido que el pueblo viviera en ignorancia. “Cuando la gente no sabe y se tiene control de la educación y los medios de comunicación, es mucho más fácil adoctrinarla”, declara.
Gracias a internet, especialmente a las redes sociales, vivir en la ignorancia ya no es algo posible; se ha conseguido globalizar la comunicación haciendo posible que seamos capaces de enterarnos de todo lo que pasa alrededor del mundo con un click. No obstante, también ha traído consigo muchos problemas que perjudican la difusión de noticias reales y veraces. Uno de los más notables es el anonimato que hay detrás de todo lo que se difunde por la red; al no saber quién es realmente la persona que hay detrás de cada cosa que se publica, encontrar fuentes fiables de información se vuelve mucho más complicado.
Otro problema importante es la sobrecarga de información que existe actualmente; entre el mar de artículos y noticias con el que nos encontramos al buscar información sobre cualquier cosa, averiguar cuáles son verdad y cuáles quieren engañarnos puede ser muy complicado (y aún, con tanta información en nuestras manos, se consigue censurar parte de esta). “Muchas personas solamente quieren vendernos la moto, es decir, tratar de convencer a alguien sobre algo con mucha labia (lo que llamamos 'storytelling'), especialmente si es falso o poco creíble”, asegura este experto. “Tenemos la obligación de intentar contrastar siempre la información que alguien nos dé, pues si no lo hacemos podríamos contribuir a su difusión”, añade.
En términos más simples, y según un dicho de Estados Unidos, “si tu madre te dice que quiere, compruébalo”. Debemos comprobarlo todo antes de creerlo, da igual si es un texto, una foto, un vídeo o un audio. Hoy en día, todo se puede manipular y editar muy fácilmente.
Según Maciá, en la sociedad actual las opiniones importan más que los hechos. Todos podemos opinar sobre todo; sin embargo, la gran mayoría de nosotros solo sabemos de algunas cosas concretas, y nuestra opinión sobre campos que no conocemos puede estar sostenida por ideas erróneas fruto de la desinformación. Dentro de las redes sociales, todo los que vemos nos intenta convencer de seguir sus opiniones, desde la publicidad hasta los influencers, movido por una motivación, ya sea económica, de fama o política, entre muchas otras. Esta motivación normalmente no se notará a primera vista, así que lo que el señor Maciá recomienda es buscar más a fondo hasta encontrar qué es lo que mueve a esa persona, empresa o institución a compartir esa información u opinión.
También nos mueve el hecho de que publicar información en las redes nos hace sentir, en cierto modo, protagonistas de la situación, ya que creemos que miles de personas están viendo y escuchando nuestra opinión. Por lo tanto, parece que “si no publicamos nada, no somos noticia”.
El problema de desinformación es tan grave que ha llevado a que en algunos países, como España, la gente no confíe en los medios de comunicación. “Ya no se cree ni en aquellas personas cuyo trabajo les obliga a ser muy rigurosos a la hora de divulgar información para proteger nuestro derecho a la información”, expone, destacando el concepto de “transparencia”. Por alguna razón, nos resulta más fácil creernos lo que nos dicen las redes sociales o alguien cercano a nosotros que creer a quienes trabajan para proporcionarnos información contrastada y de fuentes fiables.
En lugares donde se violan los derechos humanos, esta situación es más comprensible debido a que, por razones económicas o políticas (entre otras), las personas no tienen tanto acceso a comunicación pública fiable, por lo que suelen informarse más a través de las redes sociales.
Pero no toda la desinformación está hecha a propósito o con el objetivo de hacer creer a las personas que una noticia falsa es real; muchas personas la promueven sin darse cuenta o prefieren anteponer sus creencias a la verdad. Otras personas filtran información con el objetivo de estafar e, incluso, para acosar o dañar a alguien, lo que se conoce como doxing. También hay personas (las llamadas "conspiranoicas" o los negacionistas) que crean teorías completamente alejadas de la realidad como forma de evadirla. “En el periodismo, se considera a alguien fuente informativa mientras nos cuente siempre la verdad. En el momento en el que deje de hacerlo, se descarta como fuente fiable”, comenta.
Con el objetivo de conseguir convencernos de ciertas ideas, las empresas intentan conseguirlo mediante la publicidad. Es por eso que han desarrollado nuevas estrategias (no precisamente honestas) para atraer al público actual. Se trata de crear publicidad que no parezca publicidad: publicidad encubierta. ¿Cuántas veces te has topado con algún artículo que enumera una lista de “los mejores…”? Aunque no lo parezca, la realidad es que ese artículo es publicidad tratando de convencerte de que consumas lo que ponga en la lista de forma más sutil que con anuncios normales. Aunque hacer esto es ilegal y en la ley diga que se debe separar claramente la publicidad de las noticias, sigue siendo una práctica muy común, pues resulta más barato pagar la multa y obtener los beneficios de esa publicidad encubierta que seguir lo que dicta la ley. Mediante la estrategia transmedia o storytelling, consiguen que nosotros seamos los que difundamos el producto que nos quieran vender, y con él, las ideas de sus vendedores.
Los principios que fundan la base de estas prácticas deshonestas son los 11 principios de la propaganda recopilados por Joseph Goebbels, un político y militar nazi que escribió estas premisas a partir del sistema utilizado durante la 2ª Guerra Mundial en la propaganda nazi. Estos principios siguen vigentes en la actualidad. Maciá destaca dos de ellos: el primero, el de la simplificación, que sugiere reducir la complejidad de los colectivos de personas a los que se desea atacar, “metiéndolas a todas en el saco” para fomentar un discurso de odio. Un ejemplo de esto que, desgraciadamente, ocurre mucho en España, sería decir que todos los inmigrantes son iguales. El undécimo, el principio de unanimidad, quiere hacernos pensar que somos los únicos que piensan de forma distinta al resto, creándose así un miedo al rechazo por no opinar igual que los demás, lo que provoca que nadie muestre su opinión. Maciá pone el ejemplo del clásico cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen.
Los problemas relacionados con la difusión de noticias, como es obvio, no se reducen a las redes sociales; los medios de comunicación se enfrentan al problema de la homogeneidad. En España, la mayoría de los canales de televisión están en tres manos: Mediaset, Atresmedia y el partido político que gobierna en ese momento. Es por esto que la mayoría de canales transmiten las mismas noticias que ya has escuchado en el canal anterior y todas desde similares puntos de vista, lo que no nos permite ver dicha noticia desde otra perspectiva. “Al final, nos quedamos con blanco, negro o, como mucho, gris, y nos comemos el resto de colores”, concluye.
Maciá también nos advierte sobre otra práctica muy popular y dañina en los medios de comunicación: los "globos sonda". Consisten en lanzar ideas en forma de noticia para observar la reacción del público al que le afecta y actuar en consecuencia a la misma. En caso de obtener una reacción negativa, se desmentirá la noticia.
¿Pero cómo podemos evitar todos estos problemas que amenazan a nuestra juicio crítico? Maciá nos da una pequeña lista de consejos anti-desinformación: desarrollar una sana desconfianza hacia todo, pensar de una forma filosófica y verificar y contrastar la información y sus fuentes... Además, recomienda algunas páginas web las cuales considera fuentes fiables: Maldita.es, donde se dedican a verificar y desmentir bulos y noticias que circulan por la red, con el contenido segmentado por temática; Truepic, para buscar imágenes veraces; EFE Verifica, también dedicada a desmentir bulos; y por último, la iniciativa Comprobado, un proyecto que reúne a 16 medios de comunicación para combatir la desinformación.
La conferencia concluyó con los aplausos de los estudiantes, quienes continuaron haciendo preguntas sobre el tema una vez terminada la charla. El mundo necesita ahora más que nunca información honesta y pública y, aunque el problema de la desinformación está lejos de solucionarse, personas como Carlos Maciá contribuyen a combatirlo y a hacer de los medios de comunicación un espacio cada vez más veraz y seguro.
Según Maciá, en la sociedad actual las opiniones importan más que los hechos. Todos podemos opinar sobre todo; sin embargo, la gran mayoría de nosotros solo sabemos de algunas cosas concretas, y nuestra opinión sobre campos que no conocemos puede estar sostenida por ideas erróneas fruto de la desinformación. Dentro de las redes sociales, todo los que vemos nos intenta convencer de seguir sus opiniones, desde la publicidad hasta los influencers, movido por una motivación, ya sea económica, de fama o política, entre muchas otras. Esta motivación normalmente no se notará a primera vista, así que lo que el señor Maciá recomienda es buscar más a fondo hasta encontrar qué es lo que mueve a esa persona, empresa o institución a compartir esa información u opinión.
También nos mueve el hecho de que publicar información en las redes nos hace sentir, en cierto modo, protagonistas de la situación, ya que creemos que miles de personas están viendo y escuchando nuestra opinión. Por lo tanto, parece que “si no publicamos nada, no somos noticia”.
El problema de desinformación es tan grave que ha llevado a que en algunos países, como España, la gente no confíe en los medios de comunicación. “Ya no se cree ni en aquellas personas cuyo trabajo les obliga a ser muy rigurosos a la hora de divulgar información para proteger nuestro derecho a la información”, expone, destacando el concepto de “transparencia”. Por alguna razón, nos resulta más fácil creernos lo que nos dicen las redes sociales o alguien cercano a nosotros que creer a quienes trabajan para proporcionarnos información contrastada y de fuentes fiables.
En lugares donde se violan los derechos humanos, esta situación es más comprensible debido a que, por razones económicas o políticas (entre otras), las personas no tienen tanto acceso a comunicación pública fiable, por lo que suelen informarse más a través de las redes sociales.
Pero no toda la desinformación está hecha a propósito o con el objetivo de hacer creer a las personas que una noticia falsa es real; muchas personas la promueven sin darse cuenta o prefieren anteponer sus creencias a la verdad. Otras personas filtran información con el objetivo de estafar e, incluso, para acosar o dañar a alguien, lo que se conoce como doxing. También hay personas (las llamadas "conspiranoicas" o los negacionistas) que crean teorías completamente alejadas de la realidad como forma de evadirla. “En el periodismo, se considera a alguien fuente informativa mientras nos cuente siempre la verdad. En el momento en el que deje de hacerlo, se descarta como fuente fiable”, comenta.
Con el objetivo de conseguir convencernos de ciertas ideas, las empresas intentan conseguirlo mediante la publicidad. Es por eso que han desarrollado nuevas estrategias (no precisamente honestas) para atraer al público actual. Se trata de crear publicidad que no parezca publicidad: publicidad encubierta. ¿Cuántas veces te has topado con algún artículo que enumera una lista de “los mejores…”? Aunque no lo parezca, la realidad es que ese artículo es publicidad tratando de convencerte de que consumas lo que ponga en la lista de forma más sutil que con anuncios normales. Aunque hacer esto es ilegal y en la ley diga que se debe separar claramente la publicidad de las noticias, sigue siendo una práctica muy común, pues resulta más barato pagar la multa y obtener los beneficios de esa publicidad encubierta que seguir lo que dicta la ley. Mediante la estrategia transmedia o storytelling, consiguen que nosotros seamos los que difundamos el producto que nos quieran vender, y con él, las ideas de sus vendedores.
Los principios que fundan la base de estas prácticas deshonestas son los 11 principios de la propaganda recopilados por Joseph Goebbels, un político y militar nazi que escribió estas premisas a partir del sistema utilizado durante la 2ª Guerra Mundial en la propaganda nazi. Estos principios siguen vigentes en la actualidad. Maciá destaca dos de ellos: el primero, el de la simplificación, que sugiere reducir la complejidad de los colectivos de personas a los que se desea atacar, “metiéndolas a todas en el saco” para fomentar un discurso de odio. Un ejemplo de esto que, desgraciadamente, ocurre mucho en España, sería decir que todos los inmigrantes son iguales. El undécimo, el principio de unanimidad, quiere hacernos pensar que somos los únicos que piensan de forma distinta al resto, creándose así un miedo al rechazo por no opinar igual que los demás, lo que provoca que nadie muestre su opinión. Maciá pone el ejemplo del clásico cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen.
Los problemas relacionados con la difusión de noticias, como es obvio, no se reducen a las redes sociales; los medios de comunicación se enfrentan al problema de la homogeneidad. En España, la mayoría de los canales de televisión están en tres manos: Mediaset, Atresmedia y el partido político que gobierna en ese momento. Es por esto que la mayoría de canales transmiten las mismas noticias que ya has escuchado en el canal anterior y todas desde similares puntos de vista, lo que no nos permite ver dicha noticia desde otra perspectiva. “Al final, nos quedamos con blanco, negro o, como mucho, gris, y nos comemos el resto de colores”, concluye.
Maciá también nos advierte sobre otra práctica muy popular y dañina en los medios de comunicación: los "globos sonda". Consisten en lanzar ideas en forma de noticia para observar la reacción del público al que le afecta y actuar en consecuencia a la misma. En caso de obtener una reacción negativa, se desmentirá la noticia.
¿Pero cómo podemos evitar todos estos problemas que amenazan a nuestra juicio crítico? Maciá nos da una pequeña lista de consejos anti-desinformación: desarrollar una sana desconfianza hacia todo, pensar de una forma filosófica y verificar y contrastar la información y sus fuentes... Además, recomienda algunas páginas web las cuales considera fuentes fiables: Maldita.es, donde se dedican a verificar y desmentir bulos y noticias que circulan por la red, con el contenido segmentado por temática; Truepic, para buscar imágenes veraces; EFE Verifica, también dedicada a desmentir bulos; y por último, la iniciativa Comprobado, un proyecto que reúne a 16 medios de comunicación para combatir la desinformación.
La conferencia concluyó con los aplausos de los estudiantes, quienes continuaron haciendo preguntas sobre el tema una vez terminada la charla. El mundo necesita ahora más que nunca información honesta y pública y, aunque el problema de la desinformación está lejos de solucionarse, personas como Carlos Maciá contribuyen a combatirlo y a hacer de los medios de comunicación un espacio cada vez más veraz y seguro.
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