miércoles, 16 de febrero de 2022

La pandemia, vista a través de los sanitarios y trabajadores de las residencias

Por Celia Martínez (3º ESO)Nikol Guzmán, Jennifer Reymundo y Natalia González. (4º ESO).

Tras la pandemia mundial que empezó en marzo de 2020, muchas personas se infectaron del COVID-19. La ayuda de los sanitarios fue decisiva, debido a que todos los hospitales estaban colapsados por los casos de infectados de coronavirus. En ese tiempo, no había una vacuna contra el coronavirus, pero gracias a la investigación de los científicos se encontró una que ayudase a atenuar los síntomas. Tras encontrar una vacuna, hubo muchas dudas sobre si sería eficiente o no, pero la mayoría de personas han estado de acuerdo en ponérsela, aunque hay algunas que, en la actualidad, siguen sin hacerlo. Cuando las vacunas Pfizer y Biontech estaban listas en febrero del año 2020, fue cuando se empezó a vacunar.

Los testimonios de este reportaje están extraídos de las declaraciones de algunos familiares del instituto que trabajan en hospitales y en residencias de ancianos. Gracias a todas ellas por sus valiosos testimonios.
 
EN LOS HOSPITALES
En principio, los sanitarios no sabían que los pacientes venían contagiados y la protección era mínima (solo mascarillas quirúrgicas). Pero luego, cuando ya lo sabían, no había EPIS (equipos de protección individual); las mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico escaseaban. Por lo tanto, tuvieron que improvisar con bolsas de basura. Dentro de los hospitales se habilitaron unidades y plantas con zonas "limpias" y "sucias" ("sin" y "con" COVID, respectivamente). La mayoría de plantas hospitalarias, durante los primeros meses de la pandemia, fueron para pacientes contagiados, y los quirófanos y otras zonas pasaron a ser UCI (unidad de cuidados intensivos).


Los sanitarios describen esta experiencia como un periodo muy triste. Manifiestan que no sabían a lo que se enfrentaban. De repente, la rutina cambió: tenían que improvisar sobre la marcha, intentaban ofrecer el mayor apoyo y afecto a esas personas que estaban solas. Después de horas o días, veían cómo la mayoría no lograba salir y, lamentablemente, fallecían. Fueron días muy duros, tanto anímica como psicológicamente. Tenían miedo no solo por ellos, sino por sus familiares.  Si los sanitarios se contagiaban, quizás sus familias también, y no se sabían las consecuencias y secuelas. El protocolo de los primeros enfermos era llevarlos a la UCI para que pudieran estar con respiradores y con tratamientos específicos.


EN LAS RESIDENCIAS
Las enfermeras y los auxiliares definen el trabajo en las residencias como difícil, porque su labor  cambió al instante y se tuvieron que adaptar para cumplir con sus responsabilidades, ya que también las medidas de seguridad impidieron realizar el trabajo con mejor eficacia. El protocolo para los pacientes que daban positivo era trasladarlos a otra planta y aislarlos para evitar que se propagara el contagio. Para proteger a todos, al entrar a trabajar cada día, en las residencias se realizaban una prueba COVID y pasaban por el área de "limpieza" (desinfección). En el caso de que un paciente hubiera contraído la enfermedad y su condición fuera delicada, el procedimiento era enviarlo al hospital para que fuera tratado por especialistas.

 

Nuestro más sincero agradecimiento a todos los médicos, enfermeras, auxiliares, científicos... Por estar expuestos al peligro todos los días, por ayudar a quienes más lo necesitaban, por estar al lado de la gente que no tenía familiares con ellos, por no rendirse en los momentos más difíciles, por quedarse hasta tan tarde trabajando para poder tener un futuro sin mascarillas, sin distanciamiento, sin tener que estar limpiándolo todo constantemente por el virus. A todos vosotros, ¡GRACIAS CON MAYÚSCULAS!


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