Por Sofía Morales (1ºBachillerato).
Sofía: ¿Cómo y por qué empezaste a escribir?
Gerardo Meneses: Yo empecé a escribir desde muy pequeño, incluso desde la escuela. Una maestra de primaria me contó, cuando me reuní con ella, que mentía mucho y siempre inventaba historias, sobre todo del cine que íbamos a ver en el teatro de Pitalito. En los recreos, me sentaba con los niños a hablar y terminaba contándoles historias e inventando más, haciendo que les gustase mucho, pero sabiendo que eran fruto de mi imaginación y mentiras. Mery, la profesora, me contó que una vez se cansó de escuchar todo aquello y me sentó a escribir, diciendo que lo mejor era plasmarlo en el papel en vez de ir contándolo a los demás. Ella se dio cuenta de que era muy bonito y se lo enseñó a los demás maestros, que lo exhibieron en el periódico. Al año siguiente, empezaron a regalarme libros y me pusieron en las izadas de bandera a leer. También los niños, cuando tenían que hacer tareas de redacción, me daban pan o dulces para que les escribiera yo esos relatos. Gracias a los profesores, se fomenta mi gusto por la lectura y escritura.
S: ¿Qué sentiste cuando te dieron el Premio Barco de Vapor?
G.M: Este premio ha sido uno de los reconocimientos más importantes de mi carrera, sobre todo con el tipo de libro con el que lo gané: una novela (La luna en los almendros) relacionada con el conflicto armado de Colombia, desde el punto de vista de los niños. Fue una satisfacción inmensamente grande y sigue siendo un gran reconocimiento. Doce años después de haberlo ganado, es una novela que se vende mucho y sigue vigente en Colombia, donde los maestros en las escuelas y universidades la siguen estudiando. La satisfacción también fue por hablar de un tema tan difícil como era la guerra y el conflicto; poder mostrar al país una realidad que pasaba y estaba ahí, pero que nadie se atrevía a hablar de eso, un tema que solo los adultos tocaban.
Escribir esto desde la mirada de los niños que viven en zonas de guerrilla fue una manera de poder hablar de esto. El objetivo es que en la historia no quedara como una simple anécdota, sino como algo que se vive día a día.
Después de esto, vino la White Ravens en Alemania con el mismo libro y fue traducido a lenguaje de señas para los sordos.
Gerardo Meneses: Yo empecé a escribir desde muy pequeño, incluso desde la escuela. Una maestra de primaria me contó, cuando me reuní con ella, que mentía mucho y siempre inventaba historias, sobre todo del cine que íbamos a ver en el teatro de Pitalito. En los recreos, me sentaba con los niños a hablar y terminaba contándoles historias e inventando más, haciendo que les gustase mucho, pero sabiendo que eran fruto de mi imaginación y mentiras. Mery, la profesora, me contó que una vez se cansó de escuchar todo aquello y me sentó a escribir, diciendo que lo mejor era plasmarlo en el papel en vez de ir contándolo a los demás. Ella se dio cuenta de que era muy bonito y se lo enseñó a los demás maestros, que lo exhibieron en el periódico. Al año siguiente, empezaron a regalarme libros y me pusieron en las izadas de bandera a leer. También los niños, cuando tenían que hacer tareas de redacción, me daban pan o dulces para que les escribiera yo esos relatos. Gracias a los profesores, se fomenta mi gusto por la lectura y escritura.
S: ¿Qué sentiste cuando te dieron el Premio Barco de Vapor?
G.M: Este premio ha sido uno de los reconocimientos más importantes de mi carrera, sobre todo con el tipo de libro con el que lo gané: una novela (La luna en los almendros) relacionada con el conflicto armado de Colombia, desde el punto de vista de los niños. Fue una satisfacción inmensamente grande y sigue siendo un gran reconocimiento. Doce años después de haberlo ganado, es una novela que se vende mucho y sigue vigente en Colombia, donde los maestros en las escuelas y universidades la siguen estudiando. La satisfacción también fue por hablar de un tema tan difícil como era la guerra y el conflicto; poder mostrar al país una realidad que pasaba y estaba ahí, pero que nadie se atrevía a hablar de eso, un tema que solo los adultos tocaban.
Escribir esto desde la mirada de los niños que viven en zonas de guerrilla fue una manera de poder hablar de esto. El objetivo es que en la historia no quedara como una simple anécdota, sino como algo que se vive día a día.
Después de esto, vino la White Ravens en Alemania con el mismo libro y fue traducido a lenguaje de señas para los sordos.
S: ¿Te ha ocurrido alguna experiencia bonita por el hecho de ser escritor?
G.M: Muchas, muy bonitas. Algunas muy chistosas, otras más simpáticas. Es decir, como lo que sienten los niños por la obra de uno, salir a la calle y que ellos quieran que te hagas una foto con ellos, que le firmes el libro. Ir a otras ciudades y escuchar el afecto que te tienen los más pequeños, escuchar sus opiniones, los trabajos que hacen. En ocasiones, me mandan paquetes con todos los trabajos que hacen respecto a determinados libros, o también vídeos de lo que hacen con los libros en Colombia e, incluso, en otros lugares de Latinoamérica. Tengo muchas anécdotas, la verdad. Una vez, en México, cuando llegamos a la escuela habían hecho una calle de honor, y cada uno de los niños tenía una bandera de Colombia de papel... Fue muy bonito pasar por allí.
S: ¿Cómo ha sido tu experiencia en el IES Villa de Valdemoro?
G.M: Estar en el colegio ha sido muy bonito y bello. Me sentí muy acogido por parte de Ismael, Miguel y todos los profesores, muy generosos todos. Me sorprendió mucho la inteligencia, la habilidad para preguntar, la espontaneidad para hablar de una temática que es posible que sea poco conocida en España, como la guerra o la guerrilla. Lo preguntaron de una manera tan bonita que da mucho gusto haber estado allá. Me siento bien cuando encuentro estos espacios tan acogedores; tan agradables para un muchacho que pasa gran parte del día allí y está bien, se sienta cómodo… Muchas gracias por todo y por el acogimiento.
G.M: Muchas, muy bonitas. Algunas muy chistosas, otras más simpáticas. Es decir, como lo que sienten los niños por la obra de uno, salir a la calle y que ellos quieran que te hagas una foto con ellos, que le firmes el libro. Ir a otras ciudades y escuchar el afecto que te tienen los más pequeños, escuchar sus opiniones, los trabajos que hacen. En ocasiones, me mandan paquetes con todos los trabajos que hacen respecto a determinados libros, o también vídeos de lo que hacen con los libros en Colombia e, incluso, en otros lugares de Latinoamérica. Tengo muchas anécdotas, la verdad. Una vez, en México, cuando llegamos a la escuela habían hecho una calle de honor, y cada uno de los niños tenía una bandera de Colombia de papel... Fue muy bonito pasar por allí.
S: ¿Cómo ha sido tu experiencia en el IES Villa de Valdemoro?
G.M: Estar en el colegio ha sido muy bonito y bello. Me sentí muy acogido por parte de Ismael, Miguel y todos los profesores, muy generosos todos. Me sorprendió mucho la inteligencia, la habilidad para preguntar, la espontaneidad para hablar de una temática que es posible que sea poco conocida en España, como la guerra o la guerrilla. Lo preguntaron de una manera tan bonita que da mucho gusto haber estado allá. Me siento bien cuando encuentro estos espacios tan acogedores; tan agradables para un muchacho que pasa gran parte del día allí y está bien, se sienta cómodo… Muchas gracias por todo y por el acogimiento.
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