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Hablamos con Ismael Alonso, profesor de Lengua Castellana y Literatura del IES Villa de Valdemoro y autor de dos novelas publicadas (Algún día y La hija de la lluvia) y varias colecciones inéditas de poemas para que nos cuente cómo es la labor de ser escritor y cómo fomenta la lectura y escritura en sus clases de Lengua.
¿Cuándo empezaste a escribir? Me recuerdo desde que era pequeño con un folio en blanco intentando imaginar mundos y aventuras que no podía vivir en ese momento. Siempre he querido escribir. De hecho, elegí mis primeros estudios universitarios, Periodismo, porque mi sueño era trabajar en un periódico redactando historias inolvidables. Luego, más tarde, me di cuenta de que mi territorio verdadero era la ficción. Y en eso sigo. No sé por qué demonios tenía ese interés por la escritura, porque en mi casa, la verdad, no había un libro. Sí recuerdo la motivación de mis profesores en el instituto, sobre todo de Pedro, mi profesor de Literatura.
¿Qué te sirve de inspiración para tus creaciones? Como dice el escritor Javier Reverte, la inspiración es mejor que te 'pille' trabajando. No creo en la literatura como un producto 'inspirado', eso forma parte del mito tradicional sobre el proceso de creación. La literatura es esfuerzo, trabajo y dedicación. El objetivo no es otro que mejorar cada día y ser consciente de tus limitaciones para, poco a poco, ir superándolas. Respondiendo a su pregunta, he de decir que el 'resorte' fundamental es la propia realidad y la misma literatura que me ha influido. A veces, es un hecho anecdótico, en otras una noticia de un periódico. Es un misterio: ese hecho o influencia se convierte en una obsesión y me acaba absorbiendo hasta que tengo un montón de folios impresos (siempre lo hago a ordenador; en cambio, la poesía la escribo en un cuaderno). La sensación es maravillosa: el escritor, en ese momento, se siente una especie de dios al haber dado vida a su 'propia' creación.
¿Cuál es el libro que más te ha marcado? Me costaría elegir uno, dos o un puñado de libros. Recuerdo las primeras lecturas 'adultas': El camino, de Miguel Delibes, y El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. Su lectura me produjo una gran conmoción: ¿cómo podía alguien cumplir la maravilla de ofrecer de forma tan verídica una nueva realidad y unos personajes que parecían más reales que la gente que me acompañaba? Desde entonces, tuve clara una cosa: yo, algún día, quería hacer algo parecido.
¿Cómo es la tarea de escribir un libro? En mi caso, me lo tomo como algo placentero. Escribo porque disfruto de ello, que es el primer objetivo que debe cumplir todo aquel que quiera perdurar en el complicado mundo de la creación. No escribo todos los días, ni siquiera todas las semanas o meses. El proceso de creación de un libro es relativamente rápido: apenas unos meses. Sin embargo, previamente, la idea ha ido madurando en mi mollera durante un buen tiempo hasta que yo mismo me digo: ahora es momento, ponte a ello. Durante el proceso de escritura, me lo paso como un niño. Es una fuente eterna de disfrute.
¿Qué significa para ti escribir? Recuerdo la película Billy Eliot; en ella, el protagonista confiesa que, cuando baila, se olvida de todo, hasta de sí mismo. Eso mismo me sucede a mí, es una buena metáfora para explicar el proceso de creación: una enajenación maravillosa de uno mismo en la que nada, excepto abordar la siguiente página, parece importante. Sin embargo, hay diferencias cuando escribes un poema o una novela; la novela es una cuestión más de oficio, tienes que embridar el ímpetu a través de la razón, el proceso de corrección es arduo y me sumerge en el hastío: darle vueltas varias veces a la obra creada y, a pesar de todo, siempre aparece publicada una errata, un error de concordancia, un anacoluto... ¡Es insufrible! No me gusta leer después un libro mío publicado porque, la verdad, siento pánico ante estos deslices, porque no me los perdono...
¿Cuándo empezaste a escribir? Me recuerdo desde que era pequeño con un folio en blanco intentando imaginar mundos y aventuras que no podía vivir en ese momento. Siempre he querido escribir. De hecho, elegí mis primeros estudios universitarios, Periodismo, porque mi sueño era trabajar en un periódico redactando historias inolvidables. Luego, más tarde, me di cuenta de que mi territorio verdadero era la ficción. Y en eso sigo. No sé por qué demonios tenía ese interés por la escritura, porque en mi casa, la verdad, no había un libro. Sí recuerdo la motivación de mis profesores en el instituto, sobre todo de Pedro, mi profesor de Literatura.
¿Qué te sirve de inspiración para tus creaciones? Como dice el escritor Javier Reverte, la inspiración es mejor que te 'pille' trabajando. No creo en la literatura como un producto 'inspirado', eso forma parte del mito tradicional sobre el proceso de creación. La literatura es esfuerzo, trabajo y dedicación. El objetivo no es otro que mejorar cada día y ser consciente de tus limitaciones para, poco a poco, ir superándolas. Respondiendo a su pregunta, he de decir que el 'resorte' fundamental es la propia realidad y la misma literatura que me ha influido. A veces, es un hecho anecdótico, en otras una noticia de un periódico. Es un misterio: ese hecho o influencia se convierte en una obsesión y me acaba absorbiendo hasta que tengo un montón de folios impresos (siempre lo hago a ordenador; en cambio, la poesía la escribo en un cuaderno). La sensación es maravillosa: el escritor, en ese momento, se siente una especie de dios al haber dado vida a su 'propia' creación.
¿Cuál es el libro que más te ha marcado? Me costaría elegir uno, dos o un puñado de libros. Recuerdo las primeras lecturas 'adultas': El camino, de Miguel Delibes, y El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. Su lectura me produjo una gran conmoción: ¿cómo podía alguien cumplir la maravilla de ofrecer de forma tan verídica una nueva realidad y unos personajes que parecían más reales que la gente que me acompañaba? Desde entonces, tuve clara una cosa: yo, algún día, quería hacer algo parecido.
¿Cómo es la tarea de escribir un libro? En mi caso, me lo tomo como algo placentero. Escribo porque disfruto de ello, que es el primer objetivo que debe cumplir todo aquel que quiera perdurar en el complicado mundo de la creación. No escribo todos los días, ni siquiera todas las semanas o meses. El proceso de creación de un libro es relativamente rápido: apenas unos meses. Sin embargo, previamente, la idea ha ido madurando en mi mollera durante un buen tiempo hasta que yo mismo me digo: ahora es momento, ponte a ello. Durante el proceso de escritura, me lo paso como un niño. Es una fuente eterna de disfrute.
¿Qué significa para ti escribir? Recuerdo la película Billy Eliot; en ella, el protagonista confiesa que, cuando baila, se olvida de todo, hasta de sí mismo. Eso mismo me sucede a mí, es una buena metáfora para explicar el proceso de creación: una enajenación maravillosa de uno mismo en la que nada, excepto abordar la siguiente página, parece importante. Sin embargo, hay diferencias cuando escribes un poema o una novela; la novela es una cuestión más de oficio, tienes que embridar el ímpetu a través de la razón, el proceso de corrección es arduo y me sumerge en el hastío: darle vueltas varias veces a la obra creada y, a pesar de todo, siempre aparece publicada una errata, un error de concordancia, un anacoluto... ¡Es insufrible! No me gusta leer después un libro mío publicado porque, la verdad, siento pánico ante estos deslices, porque no me los perdono...
¿Cómo fomentas la lectura y escritura en clase? No creo hacer nada especial, más allá de hablarles a los chicos con la pasión debida de aquellos autores y obras que más me gustan. Dentro de la obligada rutina que incorporan las clases de la educación secundaria, siempre me obligo a dejar unas sesiones para leer, comentar, analizar, sin guión previo, aquellos elementos más interesantes. Intento que los alumnos participen sin miedo, que se sientan atraídos por esas obras y autores que a mí me parecen importantes. Mi objetivo no es otro que, al verano siguiente, alguno de ellos, después de escuchar mis recomendaciones y los textos que hemos leído, 'piquen' el anzuelo y se compren uno de estos libros. Se lo digo algunas veces: la buena literatura puede cambiarte la vida, convertirnos en personas más sensibles, apasionadas y libres. Los profesores de Lengua somos sembradores de semillas para crear buenos lectores.
¿Poesía, novela o teatro a la hora de leer? Cualquier género tiene su territorio. La novela es el género total, permeable a todos, y quizás sea el más ambicioso, además de que su número de lectores sea mayor. Siempre me he considerado un buen lector de poesía, para mí la base de todos los demás. Es el más ancestral, siempre el hombre ha cantado a la naturaleza, a la muerte de un amigo, a la alegría del amor. La poesía, sin embargo, es para disfrutarla con pequeños sorbos, requiere un esfuerzo, sí, una participación activa del lector, pero la recompensa que ofrece es mágica. El teatro prefiero verlo representado, porque se escribe con tal fin. Me encanta asistir a un estreno, aunque ahora, por motivos familiares, no tenga la posibilidad de acudir periódicamente.
¿Algún adelanto de tu próxima novela? Ahora estoy algo 'estancado'. Tengo varias cosas empezadas, pero no me decido a continuar una. Saldrá otra obra, eso seguro, pero no sé cuándo. No me gusta meterme presión a la hora de publicar. Además, ya está suficientemente colapsado el mercado editorial español como para publicar más. Me reconozco en un momento escéptico: la influencia de Internet y de los e-book (lectores electrónicos) han puesto 'patas arriba' el mercado tradicional. Hay que replantearse la estrategia, porque la edición tradicional, en papel, está en claro retroceso. Posiblemente, mi próxima publicación aprovechará los nuevos soportes, aunque mis dos novelas anteriores, Algún día y La hija de la lluvia, también puedan adquirirse en este formato. Ahora mismo también le estoy dándole forma a mi nuevo blog de autor, ismaelalonsoalvarez.blogspot.com, en el que se pueden encontrar poemas, relatos, reseñas de mis obras o imágenes de las presentaciones anteriores.
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