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De vez en cuando, algunos pensamos en la cantidad de libros perdidos que posiblemente existan sin que sepamos de su existencia, libros que podrían ser perfectos para nosotros. Libros que, en el noventa y nueve por ciento de los casos, no encontraremos, lo que nos obligará a quedarnos con los autores más conocidos, las novedades, la historia y los best-sellers. Existe a veces un ligero rechazo hacia este tipo de obras que alcanzan éxito mundial, sobre todo debido a su afán comercial y a la mala fama de esa receta mágica que atrae a los colectivos más apropiados. Los juegos del hambre es uno de ellos; se ha propagado en poco tiempo y ya cuenta con su particular apoyo hollywoodiense, pero tiene algo especial: merece la pena. Esta ficción que la autora localiza en el futuro podría ser, sin duda, una interpretación a gran escala de lo que ocurre ahora mismo en nuestra sociedad: países infinitamente más pobres que otros, control de los gobiernos sobre la capacidad de elección de los ciudadanos, presión insistente de las multinacionales cada día y sin cesar.
Avanzando varios años en el tiempo, encontramos los restos de lo que ahora conocemos como América del Norte: la región de Panem, dividida en doce distritos, una minoría de aventajados y el resto un retrato de la más grande de las miserias. El Capitolio, organización que gobierna toda la región, recuerda cómo hace un tiempo los distritos se rebelaron con el fin de mejorar sus condiciones de vida; esto fracasó, y ahora es necesario dejar bien claro quién manda. Una de sus estrategias consiste en emitir anualmente lo que se conoce en la actualidad como reality show: un espectáculo llamado “los juegos del hambre”, en el que dos jóvenes de cada distrito tienen que luchar entre ellos y contra los demás en un terreno desconocido para conseguir ganar; en este caso, sinónimo de sobrevivir. La historia es relatada por una joven habitante del Distrito 12, el más pobre de todos, con un estilo natural que refleja su personalidad en cada letra. Comienza el mayor desafío al que se ha enfrentado en toda su vida, acompañado de ambivalencia de sentimientos, valentía y un destino que todavía nadie conoce.
Este libro es la primera parte de una trilogía innovadora, que incluye pequeños aspectos de todas las historias que más han triunfado en los últimos años. Dirigida sobre todo a un público adolescente, Los juegos del hambre puede ser disfrutado también por mayores; no tanto por un público más infantil, debido a que esconde una complejidad y una visión del mundo que conviene extraer y disfrutar. Personalmente, lo clasifico en la categoría de aquellos libros que se pueden devorar en varias horas y repetidas veces. La película se estrenó el pasado 20 de abril, un filme bastante acertado y fácil de ver, aunque conviene leerse antes la primera parte de la trilogía para entenderlo mejor y, especialmente, fardar de carne de gallina para más tarde volar hacia la librería más cercana con el fin de hacerse con la segunda y tercera partes, seguir volando hasta terminar la saga y, quién sabe, volver al principio tal vez.
Los juegos del hambre, de Suzanne Collins. Editorial Molino. Abril 2009.
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