Por Maite Ugalde, profesora de Lengua Castellana y Literatura del IES Villa de Valdemoro.
Son invisibles al ojo humano pero ahí están y nos mantienen vivos. Un leve zumbido anuncia un sms y de la nada aparecen las palabras y la voz de alguien de quien no sabes nada desde hace más de cinco meses o de aquel amigo que siempre se acuerda de ti en los momentos bajos, o de tu hermana que quiere preguntarte si le prestas aquella blusa azul que tanto te gusta porque tiene una convención y no le ha dado tiempo a comprarse nada. Tú sonríes y contestas inmediatamente porque esas palabras acortadas te han puesto de buen humor en esta tarde en la que no sabías muy bien qué hacer con tu tiempo y les dices que te alegras de saber de ellos, que tú también te acuerdas aunque no llames ni escribas, que hay que quedar muy pronto a tomar unas copas, que por supuesto que le prestarás a tu hermana esa blusa azul que tanto te gusta. Son mensajes provenientes del espacio exterior, son ovis, objetos volantes identificados, y tú nunca hubieses pensado que este aparato que tanto aborrecías cuando mirabas a la gente en la calle ir caminando y hablando por él como si fueran perfectos loquitos, te iba a proporcionar tantos ratos de placer y de añoranza. Ni que te ibas a saber el centro de un universo del que nacen y en el que confluyen tantos hilos invisibles de seda; tú como una araña reina, sentada en su centro, esperando, a que los diminutos hilos de seda transmitan palabras, recuerdos, sensaciones, apuntando hacia tu pequeño corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario